Ensayo Reseña: Piero
Gleijeses Visions of Freedom: Havana, Washington,
Pretoria, and the Struggle for Southern Africa, 1976-19. 736 paginas. (The University of North Carolina Press, 2013)
Victor M.
Rodriguez, catedrático, Universidad de California, Long Beach
“El opresor mata dos veces, primero mata el cuerpo y
segundo, borrando las memorias.” Anónimo
“La
memoria de los pueblos oprimidos es algo que no se puede borrar, y para estos
pueblos con estas memorias la revuelta está a flor de piel.” ―
Howard
Zinn, A People's History
of the United States: 1492 to Present
“La Historia es el producto
del poder, pero el poder por sí mismo nunca es tan transparente que su análisis
sea superfluo. La marca definitiva del poder es su invisibilidad; el reto mayor
es revelar sus raíces.” Michel-Rolph Troillot.
Silencing the Past: Power and the Production of History
Prologo: Piero Gleijeses, experto en la política exterior de
los Estados Unidos, particularmente en Latino América nació en Venecia, Italia
y ha producido una gran cantidad de investigaciones que han roto mitos creados
por los apologistas del imperialismo norteamericano. Irónicamente, ha logrado esto estando situado
en el centro mismo del mundo académico que produce los documentos cruciales que
sirven de base para la dominación hegemónica, no solo intelectual e ideológica
sino también militar de los Estados Unidos.
Es catedrático en la universidad de Johns Hopkins, un centro intelectual
de la diplomacia norteamericana. Ha escrito sobre la política intervencionista
de los Estados Unidos en Guatemala, Republica Dominicana y Cuba. Su libro
“Misiones en conflicto” en el 2002 es considerado como la mejor interpretación
histórica, diplomática del rol de Cuba en África desde el 1959 hasta el 1976 en
el contexto de la guerra fría. Este nuevo libro “Visiones de Libertad” cubre el
rol Cubano desde el 1976 hasta el 1991 llevándonos al momento mismo de la
liberación de Namibia y el comienzo del proceso de desmantelamiento del sistema
de Apartheid. En esta voluminosa obra de 736 páginas ampliamente documentada
con partes diplomáticos por primera vez revelados de Cuba, Rusia, los Estados
Unidos y Sur África. También condujo entrevistas con algunos de los principales
participantes en estos eventos, desde combatientes Cubanos, diplomáticos
norteamericanos, cubanos, sur africanos y rusos además de oficiales del ejército
cubano, angolano y sur africano. Gleijeses logra demoler desmitificando el
trabajo ideológico de la maquinaria diplomática quien en conjunto con los
medios de información de los Estados Unidos crearon el ambiente de ignorancia e distorsión de la
verdad histórica que rodeó los análisis y el teatro político que los
norteamericanos presentaron luego de la muerte del patriota sur africano Nelson
Rolihlahla Mandela. Esta reseña
destacará el rol de los cubanos en las dos derrotas que Sur África sufrió
frente a los cubanos. Nelson Mándela dijo que estas épicas cubanas derrotaron
el mito de la invencibilidad del gobierno de supremacía blanca en Sur
África.
Los imperios clásicos antes del desarrollo
del capitalismo como formación global ejercían su control político a través de la
fuerza militar directa para extraer tributo de las naciones o regiones
colonizadas. Los romanos permitían en gran medida que sus súbditos mantuvieran
sus culturas y estructuras políticas siempre y cuando tuvieran líderes que
mantuvieran sus poblaciones sometidas al imperio. Los musulmanes, luego de la
conquista de España en el 711, tampoco tenían la práctica extendida de forzar a
las poblaciones conquistadas a convertirse a la religión y cultura islámica. Los imperios modernos, aquellos posteriores a
la conquista de las Américas por España, comenzando en el 1492, siguieron el
modelo desarrollado por los españoles en los últimos años que precedieron a la
colonización de las Américas. Este
modelo de colonización fue desarrollado en los últimos años de la “Reconquista”
cuando desarrollaron instituciones tales como la encomienda y la inquisición
para controlar, reprimir y luego expulsar a los nuevos súbditos musulmanes. Motivados por su afán de crea una nación e
identidad culturalmente homogénea impusieron su cultura religión y lenguaje a
las poblaciones conquistadas y este proceso y práctica fue utilizado en las
Américas en la colonización de los indígenas. Este modelo fue utilizado también
por los Estados Unidos en la construcción de su imperio, aunque la práctica se
escondía bajo la fachada de la construcción de una nación democrática.
El imperialismo norteamericano comenzando en el siglo
XIX de forma sistemática, imponía su cultura y memoria histórica a las poblaciones
de los territorios conquistados. Comenzando
con las naciones indígenas los Estados Unidos creó instituciones para
desconectar a las poblaciones conquistadas de sus orígenes, religión y memoria
colectiva. En su lugar, impuso el inglés como la lengua vernácula y su
particular visión de mundo. Para mantener su hegemonía y control de su
población también creó todo un proceso para perpetuar la idea de que los
Estados Unidos eran un ejemplo excepcional de una nación democrática y no
imperial. Parte de este proceso era demostrar (o imponer) ideas sobre la
superioridad de su cultura y visión de mundo. Este conjunto de instituciones y
valores culturales reprodujo en los procesos políticos, educativos, y los medios
de comunicación la narrativa imperial y la particular forma en que condujo su
política extranjera frente a sus rivales mundiales.
Un ejemplo clásico de cómo estas instituciones continúan
operando para mantener la cohesión ideológica y cultural entre la población
norteamericana se revela cuando se examina la política extranjera de los
Estados Unidos durante la guerra fría y en particular en su relación de
constante conflicto político con la revolución cubana. La muerte reciente del
revolucionario Nelson Rolihlahla Mandela ha revelado a los extremos a los que
llegan estos procesos ideológicos para mantener una visión de mundo cohesiva que
no lleve al resquebrajamiento de la hegemonía de la elite estadounidenses sobre
las grandes mayorías de ese país. La mentira y la distorsión histórica son
herramientas políticas para mantener a los norteamericanos y sus sujetos
coloniales ignorantes de los procesos imperiales que afirman e imponen su
hegemonía ideológica y contribuye a problematizar la posibilidad de la
liberación política y cultural al interior del imperio y en las colonias.
La sorpresa y el horror que le causó a los norteamericanos el saludo de
Raúl Castro y Obama durante las exequias de Nelson Rolihlahla “Madiba” Mandela
en Sur África, son el resultado de los esfuerzos consciente e inconscientes de
los forjadores de la narrativa norteamericana en los Estados Unidos de
reescribir la historia de la relación de los Estados Unidos con Cuba y el Sur
de África. La diplomacia imperial norteamericana siempre ha estado representada
en un ropaje moral en donde los EUA representan el bien frente al mal en un
mundo maniqueo. Para lograr esto, como describió Noam Chomski, las capas altas
de la sociedad capitalista controlan los medios de producir ideas, visiones de
mundo y contribuyen a determinar lo que muchos consideran normal. Usualmente,
con sus excepciones, los medios de comunicación y distribución de información
proveen los marcos de referencia los cuales son utilizados por grandes sectores
de la población para encontrarle sentido a la realidad. La realidad y las
narrativas históricas son aceptada por las grandes mayoría si encajan con su
visión de mundo y de lo que es razonable dentro de una realidad histórica
concreta. Esto se logra, no solo con información sino también con la falta de
información. Hay veces que la ausencia tiene más poder formativo que la misma
presencia de información. Como decía el Pan Africanista Steve Biko
parafraseando a Franz Fannon, “la mente del oprimido es el arma más poderosa de
los opresores.” El consentimiento a la
opresión es producto de la falta de una narrativa histórica que contradiga la
propaganda diseminada de los medios de información. Es por esta razón que los
imperios modernos borran la historia de las poblaciones conquistadas para que
no tengan los recursos que la memoria colectiva le provee a grupos oprimidos
para retar la distorsión creada por las instituciones imperiales. No es una
coincidencia que la primera revolución en las Américas, luego de la
norteamericana, se diera en Haití en 1791. Las fuerza Haitianas que derrotaron
a las fuerzas francesas de napoleón Bonaparte, estaban mayormente conformado de
Africanos que habían nacido en África y quienes estaban aún inmersos en sus
culturas étnicas particularmente en sus culturas guerreras y religiosas. Esa
historia por ejemplo ha sido escondida y borrada de las narrativas a las que
tienen acceso la mayoría de los norteamericanos como muy bien has descrito el
antropólogo Haitiano Michel-Rolph Troillot.
El desconocimiento de esta y otras historias tiene dos funciones:
primero, contribuye a afirmar y reproducir la falta de un sentido de poder de
los oprimidos a la vez que permite la exaltación del opresor, segundo, parafraseando
al historiador radical norteamericano Howard Zinn, evita que esas memorias permitan
la revuelta que está a flor de piel.
Es impresionante
que a pesar de la obsesión norteamericana contra la revolución Cubana, obsesión
que aqueja a la cultura popular y diplomática norteamericana, el rol
independiente de los cubanos en la liberación de África pasó casi desapercibido
excepto en los sectores de la diplomacia e inteligencia norteamericana.
Gleijeses revela que a pesar de que sectores de la inteligencia norteamericana
sabían que Cuba no era una marioneta soviética, públicamente esa era la visión
que se representaba en el mundo de la política y los medios estadounidenses. Los
cubanos empezaron su rol internacionalista en África temprano en los 1960s. La Unión Soviética no apoyaba estas acciones
de los cubanos y de hecho Raúl Castro, jefe de las FAR pensaba que “si ellos
(URSS) nos dieran consejos estarían interviniendo en nuestros asuntos
internos.” Este sentido de independencia
de los cubanos fue fortalecido por la acción de la Unión Soviética durante la
crisis de los misiles en octubre 1962 cuando negoció a espaldas de los cubanos
y accedió a retirar los misiles soviéticos sin consultar con el gobierno
revolucionario. Ya la determinación de desarrollar una política internacional
distinta de los regímenes burocráticos socialistas de Europa tuvo su prueba
cuando Angola se preparó a constituir un estado independiente luego del colapso
de la dictadura portuguesa durante la rebelión de los militares en Portugal
contra el régimen fascista.
Angola, un país de 6 millones de habitantes con una población de 320,000
blancos libraba una cruenta lucha de liberación contra Portugal desde el 1961.
La revolución militar del Movimiento de las Fuerzas Armada (MFA) portuguesas en
1975 derrocó al gobierno “Nuevo Estado” fascista que era el gobierno
dictatorial más antiguo de Europa y quien mantenía su imperio a través de una
cruenta represión en las colonias y en la nación. La revolución de los
“Claveles” llevó al desmantelamiento de la guerra colonial portuguesa y al
inicio de la descolonización en Guinea-Bissau, Mozambique y Angola entre otras
colonias portuguesas. En el caso de Angola, rica en petróleo gracias al enclave
de Cabinda, la retirada de los ejércitos portugueses y la independencia de
Angola en 1975 fue seguida de una guerra civil entre las guerrillas que habían
conducido la guerra de liberación. Las Fuerzas Nacionales por la Liberación de
Angola (FNLA) dirigida por Roberto Holden, la Unión Nacional Por la
Independencia Total de Angola (UNITA) dirigida por Jonás Savimbi y el
Movimiento Popular por la Liberación de Angola (MPLA) dirigido por Agostinho
Neto se enfrascaron en la primavera en una guerra fratricida. Cada grupo
representaba distintas etnias de la nación angolana pero el MPLA era el más grande
y diverso ya que su plataforma estaba basada en la lucha de clases lo que le
dio más amplitud de apoyo de diversos grupos a través de la nación Angolana. El
MPLA, influenciado por el marxismo también tenía blancos en sus huestes a la
vez que tenían un buen número de cuadros con educación universitaria.
Aprovechando las divisiones entre las fuerza de liberación los Estados
Unidos y Sur África comenzaron a enviar apoyo material a ambos grupos el FNLA
de Holden y UNITA de Savimbi. Los Sur Africanos querían mantener su dominio
regional en Sur África el cual era esencial para mantener el Apartheid.
Pretoria no confiaba en el MPLA de Neto pues sabía que estos apoyaban el
desmantelamiento de los sistemas coloniales y raciales en el cono sur de África
y apoyaban el Congreso Nacional Africano (CNA) dirigido por Nelson
Mándela. El MPLA, apoyado por la Unión Soviética
representaba un peligro para la dominación ilegal que Sur África mantenía sobre
Namibia. La Organización de la Naciones Unidas (ONU) había llegado a un acuerdo
para celebrar elecciones en el territorio que anteriormente era controlado por
los alemanes. Este acuerdo fue ignorado por Pretoria a la vez que manipulaba
organizaciones dentro del territorio. Ambos,
el FNLA y UNITA habían logrado acuerdos de coexistencia con Pretoria por lo que
no constituían un reto al sistema de Apartheid. Los norteamericanos, por su
lado, envueltos en la guerra fría seguían la política elaborada el departamento
de estado bajo Henry Kissinger. El objetivo de la política extranjera era la de
evitar que el MPLA subiera al poder aun cuando sabían que el MPLA no iba a
afectar los intereses económicos y estratégicos de los Estados Unidos. El FNLA
era descrito como una organización totalmente corrupta por el Cónsul General de
los Estados Unidos en Luanda, la capital de Angola. Y Jonás Savimbi era un
guerrero sediento de poder dispuesto a sacrificar su gente para lograr sus
objetivos.
En agosto de 1975 los primeros instructores militares cubanos llegaron a
Angola. Los soviéticos solo ofrecían un tímido apoyo pues no querían afectar
las negociaciones de reducción de armas nucleares con los Estados Unidos (SALT
II) y además desconfiaban de Agostinho Neto el líder del MPLA. Neto era un intelectual, poeta y muy
independiente a la vez que autoritario. Pero en Septiembre Washington y
Pretoria estaban preocupados porque el MPLA estaba ganando la guerra
civil. Esto no se debía a la ayuda
militar cubana (aunque habían tropas cubanas en el país), ni a su poderío
militar ya que el FNLA y UNITA estaban mejor equipados por los sur africanos y
norteamericanos. Según el director de la estación de la Agencia Central de
Inteligencia en Luanda el MPLA era más “efectivo, mejor educado, mejor
entrenado y más motivado.” Washington
urgió a Pretoria que interviniera en la guerra civil para cambiar su
curso. El 13 de octubre 1975 las Fuerzas
Armadas Sur Africanas invadieron Angola desde Namibia donde estaban sus bases. En
su camino hacia la capital Luanda, las fuerzas del MPLA no pudieron resistir el
avance del ejército más poderoso y mejor equipado de África. Además del apoyo
económico y militar de los Estados Unidos, Pretoria sostenía una relación muy
cercana con el estado de Israel quien también apoyaba a Sur áfrica
políticamente (contactos con los congresistas en los EUA) y con equipo militar (que a su vez había
recibido de los EUA). Neto había pedido
ayuda a Cuba para resistir el ataque Sur Africano (aunque los creadores de los
mitos en los Estados Unidos han escrito que los cubanos llegaron primero y que
los Sur Africanos intervinieron después) y el 4 de Noviembre de 1975 Fidel
Castro envía tropa cubanas a Angola.
Las tropas cubanas aunque inferiores en número (transportar tropas a
través del Atlántico fue una épica histórica para un país pequeño como Cuba)
lograron detener la avanzada militar del ejército sur africano. Según el
historiador oficial Sur Africano de la guerra profesor F. J. du Toit Spies,
“los soldados cubanos raramente se rendían, combatían alegremente hasta la
muerte.” Los Estados Unidos preocupado por los acontecimientos se distanciaron
de Sur África y condenaron la invasión que ellos mismos habían promovido.
Pretoria, aislado internacionalmente, a través de su ministro de defensa criticó
a los Estados Unidos por haberlos conminado a invadir y luego abandonarlos
frente a la opinión pública mundial. El
26 de marzo 1976, empujados por las tropas cubanas y estando aislados de la
opinión pública mundial, los sur africanos se retiraron de Angola y regresaron
a sus bases en Namibia.
Como explica Gleijeses, la humillación sufrida por los Estados Unidos y
su subalterno Sur áfrica, llevaron a los
portavoces del departamento de estado norteamericano de utilizar el mito de la
guerra fría para representar a Cuba como una marioneta de la política exterior
soviética. De esta forma la derrota no era producto de un pequeño país sino la
responsabilidad de otro poder mundial europeo. Pero, como la Agencia Central de
Inteligencia reveló en el 1981, la operación cubana fue unilateral y realizada
de forma apresurada. Más tarde, aun el mismo Henry Kissinger tuvo que admitir
que el apoyo internacionalista de Cuba no fue forzado por los soviéticos ni fue
hecho para pagar por el apoyo económico y militar de la URSS. Lo que motivó a los cubanos, en particular a
Fidel Castro era la auto defensa de Cuba y un sentido de misión revolucionaria
de apoyar las luchas de liberación anti imperialistas. Cuba no recibió
beneficios económicos de la gestión, solo prestigio y el agradecimiento de los
países Africanos a los que contribuyó su apoyo a su libertad.
Otro factor que resulta claro de la investigación y evidencia encontrada
por Gleijeses en los centenares de documentos a los que tuvo acceso, es que los
cubanos no eran un ejército mercenario contrario a lo que los propagandistas
norteamericanos y la derecha del exilio cubano han tratado de propagar. Cuba
siempre le ofreció al gobierno de Angola retirar sus tropas cuando así lo
quisieran los Angolanos. De hecho, sorprende saber, a pesar de los mitos
creados por la maquinaria propagandística norteamericana que Cuba no recibió
pago por el rol de las tropas en Angola. De hecho, relata Fidel que en
ocasiones, habían enviado un buque mercante con comida para tres meses y al mes
ya se había terminado porque los cubanos terminaban alimentando también a los
Angolanos. Los cubanos siempre fueron muy cuidadosos de asegurarse que su
participación en la guerra era una de proteger a Angola de la violación de las
fronteras por Sur África y no de intervenir en la guerra civil a favor de uno u
otro bando. Aunque hubo excepciones, los cubanos entrenaban las fuerzas armadas
de Angola (Fuerzas Populares de Angola—FAPLA) pero evitaban participar en
acciones militares de la guerra civil. Esto era la política cubana a pesar de
las muchas presiones de los Angolanos a que participaran en la lucha contra,
particularmente, la UNITA. Las tropas cubanas
permanecieron en Angola hasta la segunda invasión de Sur África y su
participación fue determinante en la liberación de Namibia y el desplome del
Apartheid en Sur África. De hecho, desde
el 1976 hasta el 1978 fueron gradualmente removidas las tropas cubanas, luego
de la primera derrota de Sur África, hasta que solo permanecieron los
instructores militares cubanos. Los Angolanos pidieron que los médicos cubanos
permanecieran dado el pobre estado de la infraestructura de salud de Angola.
Otra acción militar importante en la cual los combatientes cubanos
participaron fue en Etiopia. En el 1978, a la vez que las tropas cubanas se
retiraban de Angola Somalia en el Cuerno de África invadió la región de Ogaden
en Etiopia. Mengistu, el líder etíope les pide ayuda a los cubanos. Los cubanos ayudaron a derrotar las fuerzas
invasoras de Somalia. Paralelo a la guerra con Somalia en Eritrea habían
comenzado una guerra de independencia contra el estado Etíope y aunque Mengistu pidió la ayuda de las
tropas cuban para reprimir la rebelión de los Eritreos los cubanos establecieron clara reglas para su
participación militar. Las tropas cubanas no reprimirían a los Eritreos,
anteriormente los cubanos, cuando Etiopia estaba bajo el dictador Haile
Selassie estos habían ayudado a los Eritreos. Luego que el gobierno
inicialmente progresista de Mengistu subiera al poder Cuba se negó a intervenir
en los asuntos internos de ese país. Mucho personal médico ayudó a la
reconstrucción del sistema de salud. De hecho en el 1991 el gobierno etíope construyó
un monumento a los 163 soldados cubanos que murieron en la defensa de la
soberanía de la nación etíope.
Otro mito que los propagandistas de la guerra fría habían elucubrado,
era que estos soldados eran conscriptos, casi esclavos serviles obligados a
servir en África. De forma similar hoy día desde Miami a Washington los esfuerzo
contemporáneos de los médicos internacionalistas de Cuba son caracterizados en
la prensa norteamericana como trata de esclavos profesionales. Los soldados
cubanos eran voluntarios, algunos decidían servir de nuevo luego de sus dos
años de servicio. Su salario se le pagaba a quien el soldado designara. De
forma similar se bregó con el personal médico, solo los oficiales estaban
asignados.
La segunda etapa de la guerra contra Sur África se dio en el 1987 y
termino en 1988 con la victoria Cubana sobre las fuerzas de la Fuerzas De
Defensa Sur Africanas (FDSA). Entre los
soviéticos y los cubanos existieron serias diferencias sobre estrategia
militar. Por ejemplo, en el 1985 las Fuerzas Armadas Para la Liberación de
Angola (FAPLA) lanzaron una gran ofensiva desde Cuito Cuanavale hasta Mavinga
en la región este del país cerca de la frontera con Namibia, la idea era montar
un ataque a Jamba que era la base militar principal de Jonás Savimbi y UNITA.
Esta ofensiva era promovida por los soviéticos y los Angolanos aceptaron la
estrategia. Era tentador pensar que podrían darle un golpe mortal a las fuerzas
de la UNITA. Los cubanos, sin embargo desde el principio no estuvieron de
acuerdo. El Coronel General Konstantin Kurochkin jefe de las fuerzas soviéticas
había tenido un rol destacado en la guerra en Afganistán por lo que los
Angolanos tomaban muy en serio sus consejos.
Por otro lado el General Polo Cintra Frías, jefe de las fuerzas cubanas
desde el 1983 no estaba de acuerdo con la estrategia de Konstantin y
sostuvieron discusiones en ocasiones acaloradas sobre los méritos de un ataque
a través de Mavinga. Esa área del este estaba casi desierta no tenía ningún
valor económico y además estaba muy cerca de Namibia donde los sur africanos
tenia bases aéreas lo que le daba supremacía aérea en toda la zona. Las FAPLA
no tenían equipo, ni aviones ni baterías anti-aéreas, para repeler un ataque
aéreo. Además, para suplir las tropas era necesario transitar una distancia
larga desde donde los cubanos tenían su línea de defensa. Según los angolanos Kurochkin
tenía una perspectiva muy académica basada en su experiencia en la Segunda
Guerra Mundial. Su conocimiento sobre la guerra de guerrillas era limitado. Kurochkin
se quejó de Polo en Moscú y La Habana pero Polo, apoyado por Fidel se mantuvo
como dirigente de las fuerzas cubanas hasta el 1986. Durante este periodo los
soviéticos y los cubanos tuvieron que aguantar las acciones intempestivas del
nuevo presidente Angolano Eduardo Dos Santos luego de la muerte de Nieto en el
1979. Dos Santos había comenzado una
negociaciones con Washington y Pretoria sin informar a sus aliados soviéticos y
cubanos.
Durante todo este tiempo Kurochkin siguió urgiendo el ataque a Jamba a
través de Mavinga por las fuerzas del FAPLA, esta acción tendría que comenzar
desde el pequeño pueblo de Cuito Cuanavale que era la única población cercana
con un rudimentario aeropuerto. Entonces
las fuerzas de la FAPLA tendrían que atravesar 200 kilómetros por caminos
rústicos hasta Mavinga en un área controlado por las fuerzas de la UNITA. Los
cubanos preferían que las FAPLA atacaran a UNITA en las regiones centrales de
Angola que eran las más importantes en términos económicos para la nación.
Jorge Risquet, dirigente del Partido Comunista Cubano le informó al jefe militar
soviético General Varennikov que Raúl Castro, ministro de defensa de Cuba creía
que no era conveniente enviar las fuerzas de la FAPLA a la región este pues ya
anteriormente en diciembre del 1983, una maniobra similar sugerida por los
soviéticos llevó a la derrota de las FAPLA porque las FDSA tenían superioridad
aérea en la región. Los soviéticos y los cubanos, como asesores militares de
los angolanos se mantuvieron debatiendo esta acción con el jefe del estado
mayor de la FAPLA, Ndalu, el jefe de las fuerzas armadas de Angola (y quien
había estudiado en Cuba) estaba de acuerdo con la perspectiva del general
cubano Polo Cintra Frías de una guerra de contra insurgencia. Pero los
angolanos estaban presionados por la realidad de que la mayor parte de las armas
provenían de los soviéticos lo que les daba a los soviéticos una gran
influencia en las decisiones. Fidel Castro dijo en una ocasión que los
soviéticos planeaban sus acciones militares como si estuvieran en el teatro
europeo y no en una guerra en las selvas africanas.
Al final de cuentas los Angolanos, asesorados por los soviéticos
decidieron lanzar una ofensiva contra la base central de UNITA en Jamba a
través de Mavinga en el este de África. Los angolanos fueron persuadidos porque
los soviéticos proveían los materiales de guerra y además la ilusión de poder destruir de un golpe la
base central de la UNITA era bastante seductora para los angolanos. La ofensiva
se llamó Segundo Congreso en honor al congreso del MPLA, pero tal y como habían
advertido los cubanos la acción resulto un desastre para los angolanos. Los cubanos habían advertido que estos
retiraron sus tropas pues no estaban de acuerdo en participar en una operación
militar que ellos consideraban aventurera e irresponsable. Los cubanos no querían arriesgar más vidas
cubanas en una acción que consideraban temeraria e incorrecta desde el punto de
vista de estrategia militar. En agosto del 1985 cerca de 6,000 soldados
acompañados de 60 asesores militares soviéticos comenzaron la marcha desde
Cuito Cuanavale, pasando por Mavinga para lograr llegar a Jamba. Las Fuerzas de Defensa de Sur África (FDSA)
utilizaron su fuerza aérea y la artillería dentro de Angola y atacaron
masivamente las FAPLA. El ministro de defensa sur africano Malan se escudó de
la realidad que las FDSA estaban dentro de Angola diciendo que meramente habían
estado persiguiendo las fuerzas de la organización guerrillera de Namibia, la
Organización Africana del Pueblo del Sur Oeste (SWAPO) del patriota Namibio Sam
Nujoma. Luego, Malan informó a la prensa que de hecho estaban ayudando a las
fuerzas de Jonás Savimbi (UNITA). Esto hizo oficial la intervención de Sur
África en la guerra civil de Angola. A
pesar de la admisión de Malan, Jonás Savimbi, en una conferencia de prensa
alego que “ni un soldado sur africano está envuelto en Mavinga.” Savimbi en una
conferencia de prensa exhibió a un piloto angolano el cual le dijo a la prensa
que los sur africanos no estuvieron envueltos en la batalla. Además, soldados
de UNITA se tomaron fotos posando frente a equipo angolano destrozado asumiendo
poses de héroes.
Debido a que Namibia, ocupada por Sur África, estaba bajo la supervisión
de la ONU por resoluciones que demandaban
de Sur África que hubiera elecciones
para decidir su destino, los sur africanos manipulaban la opinión pública
internacional con el concurso de los Estados Unidos e Israel. A pesar de que la
Organización Africana del Pueblo del Sur Oeste (SWAPO) era reconocida por la Organización
de las Naciones Unidas como un movimiento liberador, las FDSA, conducían
ataques militares para destrozar sus bases militares dondequiera que
estuvieran. El consejo de seguridad de la ONU aprobó una medida criticando a
Sur África pero los Estados Unidos se abstuvieron de votar a favor de una
sección de la resolución donde les pedían a los miembros de la ONU que ayudaran
a reforzar militarmente a Angola contra la intervención de Sur África.
Las tropas de la FAPLA fueron derrotadas y forzadas eventualmente ser rescatadas
por otra brigada angolana y luego como sugerían los cubanos retirarse hasta
Cuito Cuanavale. Los soviéticos no permitieron que su fuerza aérea defendiera a
los angolanos pero enviaron helicópteros para rescatar a los asesores soviéticos.
La fuerza aérea cubana, muy lejos del escenario de guerra solo pudo defender a
los angolanos por limitado tiempo ya que la distancia solo le dejaba poco
combustible para contraatacar. A pesar de la situación precaria los asesores
soviéticos aun sugerían que después de recibir los pertrechos las brigadas
angolanas debían de resumir el ataque. Los cubanos sugirieron que se retiraran
hasta Cuito Cuanavale y que dejaran gran parte del equipo para aligerar su
movilización y así sucedió. Los
soviéticos, entendieron que no había
alternativa y prometieron enviar más equipo al ejército de Angola incluyendo
baterías anti-aéreas. Los cubanos y la Agencia Central de Inteligencia
estuvieron de acuerdo en caracterizar el esfuerzo de las FAPLA como evidencia de
cómo las fuerzas habían mejorado su efectividad. La supremacía aérea sur
africana determinó la conclusión final de esta etapa de guerra. Más de 2,000
angolanos de los 6,000 que participaron en esta batalla perecieron.
Es interesante como en muchas ocasiones los cubanos incluyendo a Fidel
Castro trataron de explicarles a los soviéticos lo errado de su estrategia. Los
soviéticos querían crear un ejército convencional para lidiar en una guerra de
guerrillas. Esto resultó en que había
dos ejércitos, uno convencional bien equipado pero sin estar desarrollando
experiencia en los campos de batalla y otro ejército mal equipado luchando la
guerra contra la UNITA. En una reunión que el nuevo ministro soviético de asuntos
extranjeros Shevardnadze en La Habana, Castro le explicó a Shevardnadze lo
erróneo de la estrategia militar soviética que había conducido al debacle en
Mavinga. Fidel le dijo a Shevardnadze
que no fue la UNITA la que derrotó a la FAPLA sino que fue la fuerza aérea de
las FDSA. Continuó explicando que era necesario crear la fuerza y los recursos
para enfrentar al poderío sur africano. Para eso era necesario que los
soviéticos les proveyeran más Migs 25 y 29 a los cubanos para cambiar la correlación
de fuerzas. Estas conversaciones fueron seguidas por conversaciones entre los
militares cubanos Ulises y otros incluyendo a Risquet donde claramente
explicaron la necesidad de apertrechar la fuerza aérea cubana.
Luego en el 1986, Castro sostuvo una conversación con Gorbachov quien
había asumido las riendas de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas
(URSS). Castro dijo “si ponemos fin a
las aventuras de Sur África en el sur de Angola, no solo será posible implementar
la resolución 435 (resolución de la ONU para proceso liberar Namibia) pero el
Apartheid colapsara.” Estas palabras de Fidel serian proféticas.
Lamentablemente, los soviéticos estaban sobre extendidos por la intervención
soviética en Afganistán así que no pudieron proveer de inmediato lo que Cuba requería.
También los soviéticos temían que la pasión de los cubanos por la liberación de
África los llevaría a atacar a Sur África. Gorbachov en sus memorias escribió
que aun cuando Cuba ayudo a la URSS en su política extranjera “Castro siempre
mantenía su independencia.”
Al final del 1986, y a pesar de la derrota de Mavinga los soviéticos aun
deseaban una ofensiva masiva contra la UNITA. Kurochkin, el enviado del
secretario de defensa soviético Sokolov le dijo a Castro en una reunión en
Luanda, Angola que ellos querían una ofensiva y que le iban a proveer los
recursos necesarios (baterías anti aéreas etc.) a los angolanos para resistir
la fuerza aérea de la FDSA. Castro no quería que se enfrascaran en una batalla
en el este donde estaba la base de UNITA en Jamba, sino en el suroeste para
enfrentarse al ejército sur africano. Castro había dicho que el objetivo no
debía ser Namibia sino el apartheid. Los soviéticos seguían en su posición
preocupados por sus relaciones con los Estados Unidos. Los cubanos siempre
fueron persistentes en sus diálogos con los soviéticos al punto que algunos de
los jefes militares soviéticos se sentían “irritados” por la persistencia
cubana.
La intervención militar de la Unión Soviética en Afganistán, los cambios
que empezaban a darse al interior de la URSS, la preocupación de los Soviéticos
por sus relaciones con los Estados Unidos (la economía soviética estaba en
crisis) y la falta de experiencia de los estrategas militares rusos (comparado
a los cubanos) limito e impidió una ayuda más consistente y eficaz al conflicto
en Angola. Después de un malogrado ataque a Mavinga que los cubanos no apoyaron
por considerarlo aventurero las FAPLA estuvieron en una mala situación cuando
se replegaron a Cuito Cuanavale. Cuito Cuanavale no era una gran ciudad era una
pequeña aldea con un aeropuerto pequeño y en malas condiciones. La 8va brigada
del FAPLA que escoltaba un convoy de municiones y comida para Cuito Cuanavale
fue terriblemente atacado por la fuerza aérea sur africana quien aún controlaba
el espacio aéreo. Cuando arribaron a
Cuito al final del 1987 estaban tan desmoralizados que los asesores soviéticos
hacían planes para evacuar a sus asesores. En Diciembre 1987 llegaron los
primeros refuerzos cubanos 106 fuerzas especiales y 15 oficiales quienes de
inmediato comenzaron a reorganizar las tropas angolanas contribuyendo a
levantar la moral de los combatientes. Para enero del 1988 ya había 1,500
soldados cubanos.
El mes de noviembre 1987, Fidel Castro había decidido lanzar la Maniobra
XXXI aniversario para cambiar el curso de la guerra en Angola. Cuba había
construido un aeropuerto en Menongue que le permitía a la fuerza aérea cubana
estar más cerca del escenario de batalla.
Aun cuando los pertrechos que los soviéticos habían prometido no habían
llegado, Fidel decidió que enviaría los mejores pertrechos, baterías anti
aéreas, pilotos y aviones con los que Cuba contaba. Los sur africanos pensaban
que el tiempo les favorecía pero esta movilización cubana cambio el escenario
de la guerra en Angola. La ruta desde Menongue hasta Cuito era la única vía
para abastecer a las tropas en Cuito y ahora con la supremacía aérea cubana la
vía de comunicación estaba asegurada. Como los MIGS cubanos protegían el área
la artillería poderosa de los sur africanos no podía atacar ya que se
convertían en un blanco de la muy efectiva fuerza aérea que Cuba había
desplegado en el sur de Angola. Desde diciembre las Fuerzas de la Defensa
Surafricana (SADF) había declarado en un informe que los Cubanos tenia
supremacía aérea. Aunque Gleijeses tuvo acceso a muchos documentos
desclasificados de Sur África aún no han desclasificado documentos relacionados
con este periodo. Los SADF a través del director de operaciones en Pretoria
alegaban que solo tenían 5,000 hombres desplegados en el área. Luego del
fracaso de la campaña dijeron que solo había 3,000 soldados envueltos en los
conflictos. Comoquiera eran las fuerzas convencionales más grandes que los SADF
habían utilizado en el conflicto. La falta de una victoria en Cuito Cuanavale
estaba afectando la moral de las tropas sur africanas. Otro asunto
desmoralizador era, de acuerdo con el Coronel Fred Rindle, el agregado militar
de la embajada sur africana en Washington D.C., la perdida de los “muchachos
blancos” estaba poniéndose insostenible políticamente. Las fuerzas del SADF
utilizaban oficiales blancos y algunas tropas de sur africanos negros pero era
le perdida de los blancos lo que preocupaba a Pretoria.
Mientras tanto la moral de los
angolanos y los cubanos estaba muy altas. En una entrevista que realizo el
London Times un combatiente internacionalista cubano Ernesto Garcia Ramirez le
decía al periodista Jan Raath “contaba los días para estar de regreso en
Santiago de Cuba con su esposa y dos hijos” Pero añadió que “estaremos aquí
cuanto sea necesario pues esta es una causa justa.” La situación había mejorado
tanto para los cubanos y angolanos que el “U.S. Joint Chief of Staff” determino
que la situación para los sur africanos era difícil y que la superioridad aérea
de los cubanos era palpable y que se notaba la ausencia de la fuerza aérea de
SADF. Las fuerzas armadas de Sur África concluyeron lo mismo en un informe.
Aunque no hubo una batalla final en Cuito Cuanavale la derrota de Sur África
tuvo un poder simbólico para los africanos. Primero, la victoria cubana y su
supremacía aérea y segundo, la victoria defensiva de los cubanos y angolanos
manteniendo los sur africanos fuera de su área de control constituyeron
victoria psicológica para ellos y desmoralización para las SADF. El significado simbólico fue mejor descritos
por las palabras de Nelson Mandela “destruyo el mito de la invencibilidad del
opresor blanco... (Y) inspiró a las masa africanas en lucha en Sur África…Cuito
Cuanavale fue el punto de viraje para la liberación de nuestro continente---y
de mi pueblo---de la plaga del Apartheid.”
Pero fue la actividad militar de Cuba en el oeste del país lo que
intimidó a los sur africanos ya que no sabían si los cubanos tenían intenciones
de invadir a Namibia donde los sur africanos tenían sus bases militares. Esta
invasión no hubiera podido ser detenida ya que los cubanos habían movilizado
decenas de miles de combatientes equipo y ya era tropas con experiencia y
motivación. Se calcula que los cubanos tenían 40,000 tropas listas para la
acción de ser necesario.
Los Estados Unidos no querían que los cubanos participaron en las
negociaciones que se dieron para ultimar los detalles del fin de las
hostilidades. Chester Crocker, Secretario Auxiliar para Asuntos Africanos no
quería la participación de los cubanos pero tuvieron que acceder ya que los
angolanos coordinaron con los cubanos un frente común. Fidel siempre estuvo al
tanto de todos los procesos militares y diplomáticos. Era como si él estuviera sentado en las
conversaciones en Angola o donde se dieran los conversatorios. Las conversaciones diplomáticas que se dieron
en lugares distintos durante el proceso de negociación desde Luanda, Londres
Egipto etc. fue intenso. Larry Napper,
Sub-Director de Asuntos Africanos en el Departamento de Estado de los Estados
Unidos caracterizó el esfuerzo diplomático de los cubanos: “Esta gente (los
cubanos) son sólidos como la roca. Fueron muy profesionales. Fueron fuertes,
duros como los clavos, y eran mantenidos muy controlados---no hacían una
decisión sin consultar a Fidel. Pero cuando se comprometían lo cumplían.” Un aspecto
interesante de este proceso es que a pesar de que la prensa caracterizaba a los
cubanos como marionetas de los soviéticos los cubanos exhibieron mucha
independencia. De hecho, cuando había la posibilidad de invadir a Namibia los
cubanos notificaron a los soviéticos poniéndolos al tanto de la situación pero
no en forma de consulta sino en forma de información.
Eventualmente la lucha popular dentro de Namibia, la presión militar de
Cuba y luego de la SWAPO de Sam Nujoma llevó a que las fuerzas de Sur África
dejaran el país. Aun el conservador Washington
Times llegó a esta evaluación. Pero
aun a estas alturas el imperio quería re-escribir la historia y borrar de la
memoria colectiva esta derrota del imperialismo. En un discurso de Ronald
Reagan en la Universidad de Virginia dijo que “la retirada de 50,000 efectivos
cubanos de Angola fue el resultado de la intervención norteamericana y el segundo
revés militar de Cuba desde la invasión norteamericana de Grenada en el
1983.” El ministro de relaciones
extranjeras de Cuba Isidoro Malmierca respondió “La historia establecerá… el
verdadero significado del marco de los acuerdos que han sido firmado
independientemente de las mentiras y distorsiones que podemos esperar.”
El 25 de mayo de 1991 el último grupo de tropas cubanas llegaron a La
Habana donde recibieron un recibimiento de héroes. El legado del esfuerzo
cubano lego una Namibia libre, en las elecciones el partido de San Nujoma SWAPO
gano 57.3 por ciento mientras que los opositores del pro-sur africano Partido Alianza
Turnhalle perdió con 28.6 por ciento. También
aseguró la independencia de Angola ya que en las elecciones del 1992 las
fuerzas angolanas de la UNITA bajo Jonás Savimbi fueron derrotadas. MPLA
recibió el 53.74 de los votos mientras que UNITA solo recibió el 34.10 por
ciento. Luego Savimbi perdió el apoyo norteamericano y luego de otro limitado
conflicto militar iniciado por Savimbi al no aceptar el resultado de las
elecciones perdió su escasa influencia. Savimbi murió de causas naturales en el
2002.
Piero Gleijeses trata de elucidar cual fue la motivación de los cubanos
y Fidel para embarcarse en un conflicto tan riesgoso como el de Angola.
Encontró que la inteligencia norteamericana evaluó correctamente, ya que según
el director de la Junta Nacional de
estimados de la Agencia Central de Inteligencia en el 1963 dijeron que Castro
“es primero que todo un revolucionario.”
Henry Kissinger por otro lado dijo que Castro había enviado la tropas a
Cuba porque era probablemente el más genuino revolucionario en el poder.”
Castro “le da particular importancia a mantener una política extrajera con integridad
y principios.” No es que la “política no tenga contradicciones…pero en
cuestiones de importancia básica como el derecho y el deber de apoyar
movimientos nacionalistas revolucionarios y gobiernos amigos en el tercer
mundo, Castro no permite transar por ventajearías económicas o políticas.”
Pocos conocen la
magnitud del esfuerzo cubano, pero en el Mural de la Libertad en Sur África los
únicos nombres de combatientes extranjeros son los nombres de los
internacionalistas que ofrendaron su sangre por la libertad en Angola.
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