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Latino Politics in the U.S.

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Tuesday, March 16, 2010

"Tejiendo Los Fragmentos Dispersos de la Historia de Puerto Rico" Reseña Libro Ayala Bernabe

Tejiendo Los Fragmentos Dispersos de la Historia de Puerto Rico

Victor M. Rodríguez Domínguez
(Catedratico, Departamento de Estudios Chicanos y Latinos, California State University, Long Beach, vrodrig5@csulb.edu)



Cesar Ayala and Rafael Bernabe. 2007. Puerto Rico in the American century: A History Since 1898. Chapel Hill: University of North Carolina Press.


Las nueva generaciones intentan definirse en relación a las generaciones anteriores. En ocasiones, el proceso incluye rechazar o re-escribir las memorias heredadas y compartidas. También en el mundo académico puertorriqueño las nuevas generaciones de intelectuales re-interpretan el legado histórico y los marcos de referencia que le dieron sentido a las generaciones que le precedieron. A menudo, al querer distanciarse de las metodologías, interpretaciones y marcos teóricos que consideran obsoletos, desechan, no solo la paja sino también el grano. Al afirmar que aramos en terreno virgen, perdemos de vista que lo que construimos está imbuído de sabiduría heredada.

Luego de más de una década de pesimismo y de una febril estampida donde todas las vacas sagradas de nuestra cultura, historia y política han sido desmenuzadas y atacadas, es refrescante contemplar un ejemplo de trabajo intelectual edificante que re-evalúa el pasado y el presente sin botar fuera de borda los legados teóricos e interpretativos que dieron base a una mejor comprensión de lo que es Puerto Rico hoy día. Ayala y Bernabé han logrado lo imposible: conectar las variadas hebras del tapiz de la formación social puertorriqueña a la vez que nos proveen un marco de referencia teórico que le da sentido a las partes. Si la tendencia en los últimos años entre los intelectuales puertorriqueños era la visión fragmentada, pesimista e iconoclasta de nuestro acontecer histórico, cultural económico y político, Ayala y Bernabé nos proveen un atisbo a otro modo de imaginarnos.

Los autores nos proveen una perspectiva que conecta la vida cotidiana con los cambios sistémicos del capitalismo. Evitan caer en un determinismo económico al proveer un espacio para el desfase o ruptura que se da entre la cultura y los cambios económicos. Nos proveen una taxonomía de periodos históricos que revela aspectos nuevos de nuestra vida social, cultural, económica y política desde las calles de San Juan hasta los barrios boricuas en los Estados Unidos. En un lenguaje claro, no obtuso, contrario a muchos textos post-modernistas, los autores ofrecen un análisis e interpretación que aún el mismo Jacques Derrida pensaría es una respuesta ponderada a su reciente libro el AEspectro de Marx.@ En este libro Derrida invoca el espíritu radical de Marx en un momento en que el capitalismo salvaje se vanagloria de sus éxitos.

El analisis del rol del imperialismo en Puerto Rico evita una visión monolítica del mismo. Tampoco, asumen la perspectiva del Aimperialismo bobo@ que comparten de forma variada y contradictoria los seguidores de Luis Muñoz Marín e irónicamente algunos escritores desde la perspectiva post-modernista. Es claro que no todo lo que está mal en la formación social y la experiencia puertorriqueña es producto del colonialismo. Pero tampoco ignoran el rol del capitalismo en su etapa mas depredadora ni como el contexto tiende a facilitar y/o limitar las alternativas a la que han tenido y tienen acceso los puertorriqueños en su vida política, cultural, económica y social.

La intelectual filipina Delia D. Aguilar recientemente advertia sobre la forma irreflexiva en que algunos intelectuales post-modernistas aclamaron el libro de Michael Hardt y Antonio Negri, Imperio que le sirve de contrapeso al esfuerzo que realizan Ayala y Bernabé. Contrario a Hardt y Negri estos entrelazan el análisis económico y su examen de las otras esferas de la vida humana sin que ninguna ámbito pierda su autonomía y dinamismo. También evitan caer en el error garrafal en el que cayeron Hardt y Negri cuando concluyeron que el imperialismo habia sido substituido por un imperio descentralizado, fragmentado, donde la nación/estado habia desaparecido como categoría de análisis. Esta hipótesis fue totalmente devastada por lo eventos del 11 de septiembre, la presidencia imperial, la guerra en Irak y la actividad de movimientos sociales desde Peru hasta Honduras. Hardt y Negri además se burlan, del nacionalismo y los movimientos de liberación nacional como retrógrados, y ven el mundo como uno donde las clases proletarias se han convertido en multitudes (o en masa a lo Ortega y Gasset o Areguerete@ a lo Muñoz). Los post-modernistas parecen haber caído en la alegórica caverna de Platón y se encuentran cegados por las imágenes fantasmagóricas perdiendo de vista los procesos reales que se desarrollan en el mundo.

Por otro lado, las contribuciones en el área de la historia económica recuperan ciertos aspectos positivos del análisis económico marxista. Ha sido un lugar común en muchos análisis históricos y económicos contemporáneos el rechazar el análisis marxista in toto. El producto de este análisis totalizador resulta en un proceso en el cual al querer cortar la maleza también se desruyen las plantas productivas. El concepto leninista de la fase imperialista como una fase cualitativamente diferente del capitalismo se recupera en algunos de sus aspectos pero lamentablemente no se utiliza para describir la “anomalia” de la colonia en Puerto Rico.

Uno de los aspectos mejor logrados por Ayala y Bernabé es su evaluación e interpretación de las bases ideológicas del Aposibilismo@ de Luis Muñoz Marín. Los autores nos proveen una explicación razonable del abandono de la independencia por parte de Muñoz Marín que problematiza la idea de que este traicionó el ideal. La realidad es que ya temprano en los años cuarenta Muñoz Marín había dejado de creer en la independencia como un proyecto posible. Contrario a Don Pedro Albizu Campos, Muñoz Marín no entendió que los Estados Unidos eran una nación que no respondían a actitudes serviles de sus sujetos. Igual que los estadistas, los autonomistas asumieron una posición de servilismo frente al imperio que meramente re-afirmaba el paternalismo de los norteamericanos. Esta idea del Aimperialismo bobo@ que permea el pensamiento muñocista se ve claramente en la forma en que este presentaba un discurso en el congreso y luego otro tipo de discurso en la isla. Esta falta de comprensión de la naturaleza del imperio norteamericano ha contribuido a perpetuar la situación colonial de Puerto Rico.

Como dice Laura Briggs en su libro Reproduciendo el imperio la historia siempre es teórica. Cuando enlazamos un evento historico con otro creamos una narrativa que está imbuida de significado. Es por esta razón que sorprende el uso en este libro de la idea de un “imperialismo informal.” El uso de este concepto para explicar la ambigüedad del imperialismo norteamericano realmente existente en cierta medida está en conflicto con la estructura teórica del libro. Por ejemplo, este concepto se utiliza cuando se analiza la anomalía que representa el que una republica democrática gobierne sobre una posesión colonial. Estos concluyen, luego de listar una serie de intervenciones imperialistas norteamericanas en el Caribe que AComo se puede ver de esta lista, el imperialismo de los Estados Unidos, a diferencia de sus predecesores Europeos, no comenzó con intenciones de construir un imperio colonial formal.@ (P. 30) En cierta medida, y aunque mencionan que Puerto Rico es una anomalía dejan al lector con la impresión de que los Estados Unidos andaba a ciegas y al tropezar se vio enredado en la madeja imperial. El cuidado con el que Elihu Root estudió los volúmenes de estudios conducidos por los antropólogos y políticos Británicos en el proceso de construir una administración colonial indica que las elites norteamericanas no tropezaron sino que sabían muy bien lo que hacían. Al igual que se hizo con los grupos indígenas, las estructuras burocráticas de los grupos religiosos protestantes en los Estados Unidos ya se habian dividido entre sí las futuras posesiones coloniales en áreas de influencia.

Elihu Root, como Trías Monge y otros revelan, fue quien fundamentalmente orientó la construcción de la administración colonial en Puerto Rico, sabía muy bien que los Estados Unidos no era la democracia que sustentaba los principios democráticos contenidos en la Ordenanza del Noroeste de 1787. Esta ordenanza establecía que todos los territorios adquiridos por los Estados Unidos serían colocados en un proceso hacia su eventual admisión como estados. Root escogió el modelo Británico, implícitamente reconociendo que los Estados Unidos entraba a una nueva etapa imperial, el edificio que el construyo en las Filipinas y Puerto Rico meramente lo formalizó y lo concretizo. Como vemos en el trabajo de Cabranes y Jorge Duany en cierta medida, los Estados Unidos había puesto una verja alrededor de las áreas donde los ciudadanos tendrían una ciudadanía de primera clase. Así, los Estados Unidos se aprestaban, en caso de que conquistaran otros territorios, a no tener que admitirlos en su unión. Es por esto que el sociólogo William Graham Sumner de Yale escribió el clásico articulo titulado ALa conquista de los Estados Unidos por España.@ Obviamente, el carácter racializado de los Estados Unidos no le permitía a los Estados Unidos incorporar a una nación como Puerto Rico (o las Filipinas) con una cultura y población que los Estados Unidos no podían Adigerir.@ Los debates en el congreso sobre la disposición de las Aposesiones@ claramente indican que los imperialistas tenían aspiraciones territoriales, pero también encontraron oposición de los que veían como una contradicción el que una nación democrática poseyera colonias. Esto no es un proceso de imperialismo informal, sino otra forma de imperialismo del siglo veinte.

Finalmente, su certera crítica de la corriente post-modernista puertorriqueña resalta importantes debilidades del mismo. Arturo Torrecilla y Carlos Gil, uno de los fundadores de Postdata, escriben en sus textos que los sujetos de la modernidad (proletarios) sustituyeron viejos mitos por nuevos mitos. El mito nacionalista fue substituido por el mito marxista de la heroica clase trabajadora. La nueva visión de mundo Apost@ encuentra a un nuevo chivo expiatorio para explicar las derrotas sufridas por algunos movimientos sociales en Puerto Rico. La huelga de los telefónicos se perdió por culpa de la izquierda, según los editores de Bordes, otro proyecto post-modernista. Para Juan Duchesne Winter la lucha de Vieques fue redundante, ya que la marina se fué en el periodo establecido por la orden ejecutiva de Clinton. Duchesne Winter reduce la lucha de los Viequenses a un espectáculo utilizado por los populares para aunar los sentimientos nacionalistas en su proyecto electoral. Este distorsionado análisis de la realidad puertorriqueña es producto de una visión fragmentada de los procesos sociales. No conectar las dinámicas económicas y geopolíticas del imperio norteamericano con el acontecer social en Puerto Rico transforma el imperialismo en un "imperialismo bobo." Si un presidente firmó una orden ejecutiva entonces, )como pueden los boricuas asegurarse de que la palabra no se convierta en letra muerta? Este análisis ignora los que ocurría tras bastidores en los círculos de poder norteamericanos para impedir el cierre de las bases navales en Puerto Rico. Los Estados Unidos han firmado mas de 300 tratados con las naciones indígenas de Estados Unidos, y firmaron el Tratado de Guadalupe-Hidalgo en 1848 con México y han violado todos y cada uno de estos tratados. Lo que Duchesne Winter y los otros post-modernistas proponían como estrategia era abstenerse de participar en dichos procesos de apoyo.

Finalmente, Ayala y Bernabé sugieren una revisión a la estrategia de los Aestadistas radicales@ y en particular a la propuesta de Grosfoguel de una lucha concertada con los movimientos sociales norteamericanos para defender los derechos democráticos de los boricuas en camino a la estadidad. Los autores de esta historia mantienen un tono de respeto intelectual a las ideas que critican en su texto. Señalan que hay aspectos admirables y progresistas en la propuesta de Grosfoguel de Aresistir la privatización neoliberal y los cortes en las transferencias federales . . . Cualquier descolonización de Puerto Rico debe demandar una ‘indemnización histórica’ de los Estados Unidos para reconstruir la economía de Puerto Rico . . . A Estos tambien sugieren alianzas con los movimientos sociales en los Estados Unidos. ¿Pero que hay de nuevo en esta propuesta? Duchesne Winter y Ramon Grofogel parecen sugerir que podemos enfrentar al imperialismo con una estrategia de “seduccion.” Cuando descartamos la economía política del imperialismo y el carácter racializado de la dominacion imperialista de nuestro marco teórico terminamos siendo seducidos por el “imperialismo bobo.” Esto aparentemente le sucedió a Juan Duchesne Winter que culminó en su apoyo de la invasión de Afganistán.

Este libro tiene el potencial de facilitar herramientas históricas y teóricas para entender la realidad colonial e imperial de la dominacion de Puerto Rico por los Estados Uniodos. Esta dominacion aun le resulta opaca a la gran mayoria de los sectores progresistas o liberales en los Estados Unidos. La ideologia del daltonismo racial en la sociedad norteamericana afecta la óptica de los movimientos sociales estadounidenses. La creciente conciencia sobre el carácter imperial de los Estados Unidos no incluye una creciente conciencia sobre el caso colonial de Puerto Rico. Puerto Rico es aun invisible (por razones muy complejas) para los liberales y la izquierda norteamericana. El creciente movimiento anti-inmigrante enfrenta una creciente xenofobia y racismo representado en las numerosas leyes locales que estigmatizan a los inmigrantes. La elección de Obama a la presidencia no ha conducido a una etapa post-racial en los Estados Unidos, el proceso de confirmación de la jueza puertorriqueña Sonia Sotomayor a la corte suprema lo evidencia. Las recientes decisiónes de la corte suprema re’interpretandoBrown v. Board (1954) y el “Voting Rights Act” auguran un nuevo periodo de lucha. Pero concertar alianzas con los movimientos sociales que están emergiendo para pedir la estadidad seria contradictorio. Los profesores Ayala y Bernabe nos demuestran que a veces el camino hacia el futuro implica recordar donde estuvimos. Este trabajo será un clásico en la historiográfica puertorriqueña. Esperamos que su edición en español (UPR) salga pronto.

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