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Latino Politics in the U.S.

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Sunday, January 3, 2010

¿Que hacemos ahora? Puerto Rico Frente al Renovado Imperio Norteamericano

¿Que hacemos ahora? Puerto Rico Frente al Renovado Imperio Norteamericano

Victor M. Rodríguez Domínguez
Catedrático, Departamento de Estudios Chicanos y Latinos, Universidad Estatal de California, Long Beach

Retando la Falsa Dicotomía, Falsa Conciencia sobre Raza y Clase

Publicado en Claridad 11/13/2008

Decía Marx citando a Hegel, que la historia se repite, primero como tragedia y luego como farsa.

Lamentablemente, en la historia reciente de los Estados Unidos, la historia se repite no como una farsa sino como una tragedia más profunda que la que se dio durante la década de los treinta. Y las soluciones, serán más difíciles en Puerto Rico y los Estados Unidos por la debilidad de los movimientos sociales y la incapacidad que tienen los esquemas teóricos de moda de revelarnos las causas reales de la crisis estructural que sufre el sistema económico norteamericano.

Lo irónico de todo lo que acontece en la metrópolis imperial es que el primer presidente de los Estados Unidos, Jorge Washington, en su discurso de despedida el 1796, le previno a su nación de las consecuencias económicas de tomar una ruta imperial. También les previno del peligro que iban a acarrear los Estados Unidos si no velaban por el crédito público. Las siguientes palabras en su discurso de despedida, describen bastante bien aspectos de la presente crisis financiera de los Estados Unidos:

“Como fuente muy importante de la fuerza y de la seguridad, aprecie el crédito público. Un método de preservarlo es utilizarlo tan escasamente como sea posible, evitando ocasiones donde se hagan gastos, cultivando la paz, pero recordando también que los desembolsos oportunos para prepararse para el peligro previenen con frecuencia desembolsos mucho mayores para rechazarlo, evitando además la acumulación de la deuda, no sólo evitando ocasiones de gastos, pero por el esfuerzo vigoroso en tiempo de paz pagando las deudas que las guerras inevitables pudieron haber ocasionado, sin lanzar sobre la posteridad la carga que nosotros debiéramos llevar.”

Pero estas palabras cayeron en oídos sordos y aunque no diagnostican en toda su complejidad la situación que enfrenta los Estados Unidos (y muy pronto Puerto Rico con mayor intensidad) si nos proveen un atisbo a través de cual leer la historia reciente de la economía política norteamericana. Una historia que podemos casi palpar en decisiones de la clase dominante norteamericana que pavimentaron el camino a esta crisis, que puede ser la peor crisis económica en los últimos 115 años.

En el 1893, los Estados Unidos sufrió una depresión que tuvo unos “aftershocks” que duraron hasta el 1897. Y aunque hemos tendido a comparar lo que sucede hoy día con la depresión del 1929, es probable que sea similar a la del 1893. La depresión del 1893 fue seguida por una recesión en el 1895 y los Estados Unidos no se recuperaron hasta el 1897. El próximo año, comenzó la guerra hispanoamericana. El desempleo subió hasta el diez por ciento (un estimado que no es tan preciso como las medidas que utilizamos hoy día), la gran ola migratoria que había arropado a los Estados Unidos desde los 1880s con cerca de medio millón de inmigrantes anuales, bajó a 200,000, algo similar a lo que ocurre hoy día. Recientemente, la Fundación PEW en un estudio circulado el pasado Octubre, indicó que la inmigración indocumentada se había reducido de forma significativa desde el año pasado (2007) y que la tendencia decreciente se remontaba al 2005.

El periodo a final del siglo diecinueve fue también un momento de grandes explosiones sociales que estremecieron esa nación. Pero fue la guerra hispanoamericana la que abrió la nueva época imperialista que creó las condiciones para el momento que vive ese país hoy día. Y las decisiones hechas por la clase dominante norteamericana comenzando en la última década del siglo diecinueve se le unen las que ha tomado la clase dominante en siglo veinte y veintiuno.

Por ejemplo, los Estados Unidos, contrario a los principios democráticos que siempre ha enarbolado como bandera escogió ser un imperio cuando ignoró los principios democráticos contenidos en la Ordenanza del Noroeste de 1787. Esta ordenanza establecía que todos los territorios adquiridos por los Estados Unidos serían colocados en un proceso hacia su eventual admisión como estados. Elihu Root, el arquitecto de la estructura colonial, contrario a los expresado en esa ordenanza, escogió el modelo Británico, implícitamente reconociendo que los Estados Unidos entraba a una nueva etapa imperial. El edificio colonial que el construyó en las Filipinas y Puerto Rico meramente lo formalizó y lo hizo concreto. En el campo militar, la influencia de Alfred Thayer Mahan impulsó a los miembros de la clase dominante norteamericana a considerar la expansión imperial a través de una fuerza naval. Y lo demás, pues es la historia de intervención imperialista que hemos visto a través del siglo XX y XXI por parte de los Estados Unidos.

Irónicamente, también Jorge Washington predijo que el depender de unas fuerzas militares demasiado grandes resultaría en la pérdida de libertad.

“Por lo tanto, asimismo, evitarán la necesidad de esos establecimientos militares abultados, que, bajo cualquier forma de gobierno, son desfavorables a la libertad, y que deben ser mirados como particularmente hostiles a la libertad republicana.”

El recorte a las libertades individuales que han sufrido los norteamericanos a través de instrumentos legales tales como el Acta Patriota de 2001 y el poder imperial que se ha asignado el pasado presidente Bush, ha sido acompañado por la crisis económica más grande que ha sufrido ese país desde el siglo XIX. La deuda pública y privada de los Estados Unidos ha alcanzado niveles insospechables, extranjeros controlan más de la mitad de la deuda pública controlada por intereses privados. Este porciento aumento de 20 por ciento en el 1995 a 51 por ciento en el 2005. Y contrario a la depresión del 1893 y la depresión del 1929, no hay guerra que saque a flote la economía. Contrario a lo que algunos economistas tradicionales sustentan, aunque las medidas del nuevo trato que implementó Franklin Delano Roosevelt fueron importantes, no fue hasta que la guerra comenzó en el 1941 cuando el desempleo se redujo dramáticamente (14.6 en el 1940 a 9.9 en el 1941 y 4.7 por ciento en el 1942).

En ningún momento de esta campaña que ha electo al primer norteamericano de descendencia Africana a la presidencia de los EUA se mencionó la dramática crisis de desigualdad social que azota ese país. El comentario espontáneo del presidente electo Barack Obama sobre la necesidad de re-distribuir la riqueza, creó pavor en los sectores económicamente dominantes, sin embargo, no afectó la apabullante victoria electoral del senador del estado de Illinois. La razón es clara, la clase trabajadora norteamericana sufre en sus costillas el capitalismo salvaje y desesperadamente buscaba una salida a la situación de crisis. Lamentablemente, dada las condiciones de su elección, la debilidad de los movimientos sociales en los Estados Unidos y la profunda crisis estructural que confronta ese país, resulta difícil imaginar una salida que restaure a los Estados Unidos al liderato que ansían muchas personas dentro y fuera de los Estados Unidos. Las frases positivas, llenas de esperanza que vienen desde España, hasta los gobiernos de centro izquierda de Latino América y la República Bolivariana de Venezuela vislumbran una nueva antorcha de democracia. Como dijo un analista político recientemente, el imperialismo norteamericano lo que ha logrado es una fachada renovada con un poco de color. El imperialismo, no ha cambiado en su contenido. La falsa conciencia, que lleva a las grandes mayorías a contribuir con su propia opresión, encontró su cauce en los Estados Unidos y en Puerto Rico.

En la campaña eleccionaria en los Estados Unidos nunca se habló de la crisis que representa la dramática desigualdad económica que vive los Estados Unidos. Esta crisis es aun más grave que la del periodo previo a la depresión del 1929. En el 1928, el uno por ciento más rico de los Estados Unidos recibía el 23.9 por ciento de todos los ingresos generados en los Estados Unidos. Gracias a las medidas desarrolladas bajo el Nuevo Trato de Roosevelt y la expansión de las uniones obreras en los Estados Unidos, ese uno por ciento solo recibió 8.9 por ciento en el 1976. Luego de la crisis del petróleo en el 1973, la economía política de los Estados Unidos experimentó un cambio dramático. Las medidas a favor del gran capital bajo la revolución del presidente Ronald Reagan, incluyendo medidas anti-obreras que iniciaron la reducción en los porcentajes de los trabajadores que son miembros de uniones. En el 1953, el 32.5 por ciento eran miembros de uniones, en el 2007, solo un 12 por ciento. Las causas han sido en parte el ambiente anti-obrero que impera en los Estados Unidos y la sangría de empresas norteamericanas hacia países extranjeros buscando la mano de empleo barata. El resultado es que hoy día, la clase dominante norteamericana, ese uno por ciento más rico, recibe el 22.9 por ciento del ingreso generado en ese país. (Ver gráfica 1 que ilustra los cambios históricos en quien recibe el ingreso).

Es probable que dada la catástrofe causada por el desempleo, que hoy es de 6.5 por ciento y que se prevé pueda subir al 10 por ciento en los próximos seis meses, es posible que veamos un record en la desigualdad económica. No hay medida que pueda implementar el presidente electo Obama que pueda impactar la economía rápidamente. Pero peor aún será su impacto en las comunidades minoritarias, especialmente las comunidades latinas y afro-americanas. Un estudio reciente "State of the Dream 2008: Foreclosed" (“Estado del Sueño 2008: Desahuciado”) por Unidos por Una Economía Justa (United for a Fair Economy) indica que la crisis hipotecaria que afecta a millones de norteamericanos y que se espera arrecie el próximo año constituirá la mayor transferencia de riqueza de la clase trabajadora a la clase dominante en la historia del país. A menos que no se implementen medidas dramáticas entre $164 y $213 billones pasarán de las manos de las minorías a los grupos dominantes. Esto, en vista de que la brecha entre las minorías y los blancos en términos de riqueza es hoy dramática, y que estos sectores apoyaron de forma apabullante su elección, esto representará un reto interesante para la administración del presidente electo Obama.

El hogar representa para la gran mayoría de los norteamericanos el activo más importante en término de sus recursos económico. El valor real de sus hogares es para muchos, especialmente los latinos y los afro-americanos la única riqueza con la que cuentan. Esta tabla del negociado del censo indica el valor de los activos de las minorías en comparación con los blancos norteamericanos.

Valor Neto ("Net Worth and the Value of Assets, 2002" Issued April 2008 by Census Bureau, Current Population Reports, Albert Gottschalck. )

(incluyo una grafica si creen que la pueden usar)


Blancos no-Latino $87.056

Afro-Americanos $5,446

Latinos $7,950

Asiáticos $$59,292


Y la crisis será peor si añadimos que el estudio "Inseguridad Económica: La Experiencia de las Clases Medias Afro-Americanos y Latinas” publicadas recientemente en Septiembre por el Instituto de Activos y Política Social de la Universidad de Brandeis, indicó que el 33 por ciento de la clase media Afro-Americana y el 41 por ciento de la clase media Latina están en riesgo de caer un peldaño más en la jerarquía económica.

Si miramos a una muestra de los nombramientos que el presidente electo Obama se apresta a considerar para su gabinete, Larry Summers, ex presidente de la Universidad de Harvard, (no cree en la habilidad de las mujeres en las ciencias y matemáticas), y Robert Rubin para secretarios del tesoro, Robert Gates ex director de la CIA para permanecer como secretario de la defensa, Fred Thompson o Rudolf Giuliani como procurador general de los Estados Unidos etc. Es una letanía que nos indica que el imperio seguirá a grandes rasgos con su política imperial. Los cambios serán cosméticos, y lamentablemente, el único movimiento social que hubiera podido exigir cierto apego a los principios progresistas es la organización “Cambio” que llego a aunar cinco millones de voluntarios para la campaña presidencial, hace unos días se anunció que dicha estructura se mudará a la capital lo que la convertirá en un instrumento de apoyo, no de presión sino de apoyo a la política de la nueva administración. La única esperanza que nos debe iluminar el camino a seguir es que no nos creamos que ha subido al poder otro imperialismo bobo, este nuevo y renovado imperialismo para resolver sus problemas necesitará apoyo popular. Y en estas elecciones, lo logró. Como decía la revolucionaria Emma Goldman, no te apenes, organiza.

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