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Latino Politics in the U.S.

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Kendall-Hunt, 2012 (2005)

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Saturday, March 29, 2014

2014: Los latinos en la política norteamericana





2014: Los latinos en la política norteamericana

Víctor M. Rodríguez Domínguez
Catedrático, Departamento de Estudios Chicanas/os y Latinas/os
Universidad Estatal de California, Long Beach

Este año es un momento estratégico y crucial para que tipo de derrotero político tomarán los Estados Unidos en lo que resta del Siglo XXI.  Las elecciones de noviembre 4, 2014 en gran medida determinarán la política y la cultura política de los Estados Unidos en los próximos años en asuntos tales como la posible reforma del proceso de inmigración, la resistencia contra los esfuerzos a nivel de los estados de excluir votantes a través de diversas medidas,  y que tipo de ambiente cultural se seguirá desarrollando con respecto a la creciente población multi-racial y multi-cultural.   Además, la actitud del gobierno federal y el pueblo norteamericano frente a los esfuerzos de auto determinación de Puerto Rico y los intentos de los sectores estadistas en Puerto Rico por impulsar su proyecto dependerán también del resultado de estas elecciones. Es por eso que será importante comprender el potencial del voto latino en esta ronda electoral.
Por décadas se ha utilizado la metáfora del “gigante dormido” para describir el potencial político de las poblaciones latinas en los Estados Unidos. Lamentablemente, la falta de conocimientos demográficos y políticos sobre esta población ha creado una mitología basada en conceptos erróneos y distorsionados sobre la realidad socio-política de esta diversa población.  Esto ha llevado a organizaciones políticas en Puerto Rico, especialmente el Partido Nuevo Progresista a invertir recursos humanos y financieros en insertar puertorriqueños en organizaciones pan-latinas tales como la Liga de Ciudadanos Latino Americanos Unidos o LULAC por sus siglas en ingles. También han tenido unas iniciativas con resultados irregulares en organizar a jóvenes universitarios de Puerto Rico que estudian en instituciones de educación superior en los Estados Unidos. Estos esfuerzos no lograron cumplir con los objetivos deseados con excepción de la aprobación de unas resoluciones y pronunciamientos públicos a favor de la Estadidad sin ninguna mayor repercusión.  Pudieron lograr una limitada proyección mediática que tampoco condujo a nada medular. Desafortunadamente para los estadistas, estos estuvieron aquejados de los mismos estereotipos que existen entre sectores anti-latinos sobre la supuesta homogeneidad de la creciente población latina en los Estados Unidos. El gigante dormido siguió durmiendo a pesar de los esfuerzos de agitarlos en apoyo a la estadidad para Puerto Rico. 
Los independentistas siguiendo los pasos que los Nacionalistas habían seguido en el Noreste de los estados pero sufrieron la desarticulación de sus proyectos en los Estados Unidos, proyectos que en una ocasión llevó a que organizaciones como el otrora Partido Socialista Puertorriqueño tuviera organizaciones y cuadros desde el este hasta el oeste de los Estados Unidos.  En Nueva York y Los Ángeles en ocasiones se celebraron actividades multitudinarias en apoyo a la independencia de Puerto Rico. Claridad se vendía en las calles del este de Los Ángeles, Chicago y Nueva York. También lograron acceso a congresistas que pudieron ayudar en ciertos objetivos políticos. Hoy día el trabajo político es realizado por organizaciones locales, relativamente desarticuladas que enfatizan el trabajo por los prisioneros políticos, temas laborales que se resaltan en los medios, y el trabajo comunal. Esfuerzos recientes en establecer vínculos con organizaciones progresistas en los Estados Unidos han quedado sobre el tintero, el más reciente fue la participación del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano (MINH), algunos miembros de la Unión de Juventudes Socialistas, el Movimiento Socialista de los Trabajadores en el Foro Social en la ciudad de Detroit en el 2010.  En ese evento se logró proyectar la lucha por la autodeterminación pero sin ninguna continuidad. En estos momentos en que la población latina ha alcanzado su más alto nivel poblacional en los Estados Unidos el movimiento independentista cuenta con limitadas conexiones estratégicas con el creciente movimiento político en las comunidades latinas. 

Retando la mitología sobre los latinos en los Estados Unidos

Es cierto que la población latina ha aumentado significativamente, hoy (2014) representan un 17.7% de la población norteamericana o 57 millones de habitantes. Pero la población no es homogénea, hay distintos patrones geográficos, de asociación y de segregación entre los sub-grupos latinos. Primero, los puertorriqueños que constituyen 9.5% de la población latina tienden a concentrarse en el noreste, sureste y el medio oeste (Chicago) de los Estados Unidos. Los mejicanos quienes constituyen 64.6% de la totalidad de los latinos tienden a concentrarse en el suroeste pero de forma incrementada se han dispersado por el medio oeste (Chicago), el noroeste (Nueva York) y el sur, especialmente en las Carolinas, Georgia y Florida. 
               El único otro grupo que se acerca en cantidad a los boricuas y los mejicanos son los salvadoreños y los cubanos que representan 3.8% y 3.6% respectivamente de la totalidad de la población latina. Por otro lado, los patrones de segregación son distintos. Un estudio reciente sobre los patrones de segregación de los latinos desde el 1980 hasta el 2010 por Iceland et al. (2013) señala que los puertorriqueños están más segregados de otros latinos que los mejicanos pero menos que los salvadoreños, cubanos y dominicanos en el 2010.  Pero también notan que el patrón de segregación esta declinando para los boricuas y los cubanos. En términos de interacción social con otros grupos el estudio nota que los mejicanos son los más aislados, esto se debe a como son el grupo más numeroso los mejicanos tienden a interactuar con otros mejicanos.  
            Las implicaciones de estos patrones es que surgen unas visiones de mundo distintas y unas perspectivas políticas diversas sobre varios asuntos con implicaciones políticas. Es por eso que es difícil hablar de “política latina” y más acertado hablar de las perspectivas políticas de los latinos. El asunto de la inmigración es un buen ejemplo. Cuando se habla del “problema migratorio” y los latinos en realidad es un eufemismo para hablar sobre el rol positivo o negativo que tiene para la población latina los más de 11 millones de inmigrantes indocumentados en los Estados Unidos. Estas perspectivas varían significativamente entre los grupos latinos.
            La fundación PEW reveló en octubre del 2013 que 46% de los latinos piensan que el impacto de la población no documentada en los Estados Unidos es positivo. Esto varía por grupo desde un 59% de los dominicanos que perciben como positiva la población indocumentada hasta los puertorriqueños quienes en su mayoría la ven como un factor negativo. Solo un 34% de estos tiene una perspectiva positiva de esta población. Los mejicanos, por ejemplo, solo un 47% ven como positivo el rol de los indocumentados, solo 2 por ciento más que el promedio de la población latina (aun cuando la mayoría de los indocumentados son mejicanos).  Los cubanos al otro extremo se asemejan a los puertorriqueños y solo 38% tienen una visión positiva de esta población. Por lo tanto aun en el seno mismo de la población no hay un consenso sobre el rol de esta comunidad en los Estados Unidos.
Pero, cuando se brega directamente con la reforma migratoria el panorama es distinto. De acuerdo a Latino Decisions uno de los centros de investigación más confiables sobre la política y los latinos, el 60% de los votantes latinos cree que la reforma es el tema político más importante por encima de la economía. Este se debe a que muchos latinos o conocen una persona indocumentada o tienen algún familiar en ese estatus. Los entrevistados eran votantes que van a participar en las elecciones de noviembre 2014. En estas elecciones se eligen todos los congresistas y cerca de 34 de los senadores, además casi la mitad de los gobernadores. No es hasta el 2016 que las elecciones incluyen la presidencia de los Estados Unidos. Por lo tanto dependerá de cómo el Partido Demócrata y el Republicano se enfrenten a este tema y sus esfuerzos por captar y movilizar el voto latino lo que decidirá el apoyo o no de los votantes latinos.  
Aunque los latinos apoyaron al Partido Demócrata en el 2012,  cuando 71% de los votantes latinos apoyaron al Presidente Obama, solo un 54% se identifican como Demócrata y aun muchos encuentran el partido no muy hospitalario con los latinos.   Muchos de los nuevos electores se identifican como independientes. El Partido Demócrata ha asumido en la práctica que los latinos votarán impulsivamente por ellos cuando en realidad lo que ha movido a muchos latinos hacia el Partido Demócrata es que el Partido Republicano es tan extremista en sus posiciones anti-inmigrante y anti-latina que los latinos no están atraídos al partido Demócrata es que son repelidos por el Partido Republicano. Hay numerosos casos en que el partido demócrata ha perdido importantes campañas debido a esta dejadez y su negativa de incorporar activamente a los latinos y movilizar el voto latino. En Nueva York recientemente no se aprobó legislación para el llamado “Dream act” que permitiría a los estudiantes indocumentados asistir a universidades públicas sin tener que pagar matrícula como no residente que siempre es mucho mas alta.  En el estado de California por ejemplo, el permitir que los estudiantes indocumentados (llamados estudiantes AB540, por la ley que legitimó esto) decenas de miles de estudiantes indocumentados han podido cursar estudios universitarios. Pero en California el 39% de la población es latina y hay un caucus legislativo latino poderoso. Pero, aun en California el partido demócrata sufre de dejadez y asume que los latinos automáticamente apoyarán su plataforma.    
Recientemente en Texas, la progresista senadora estatal Wendy Davis, quien se convirtió en un símbolo de la lucha de las mujeres por sus derechos cuando logró detener temporeramente legislación que coartaba los derechos reproductivos de las mujeres, ganó la nominación para gobernadora en las primarias Demócratas. Empero, si va a ganar la gobernación necesita el voto de los latinos quienes son el 38% de la población de Texas. El Partido Demócrata no movilizó a los latinos y la senadora Davis perdió en todos los condados de mayoría latina en el sur de Texas y la frontera con Méjico. El partido demócrata hizo lo mismo que hizo en el 2012 no dedicó recursos a movilizar los votantes latinos de Texas. Según Sylvia Manzano profesora de ciencias políticas de la universidad de Texas,  en 2012 solo el 25% de los votantes latinos fueron contactados y movilizados por los Demócratas.   Hasta en California, donde los Demócratas adolecen de la misma falta ellos solo contactaron el 31% de los que votaron. 
La razón fundamental que mantiene al proverbial “gigante dormido” es que tradicionalmente los grupos inmigrantes, desde el caso clásico de los irlandeses en el noreste de los Estados Unidos fueron movilizados por los partidos políticos con sus campañas casa por casa. Estos esfuerzos con los latinos de parte del Partido Demócrata han brillado por su ausencia históricamente y aún persiste la dejadez. En el caso de los latinos que tienen una muy baja participación electoral esto es lo que decide si esta población se suma a políticas progresistas o se mantienen apolíticos y sin movilizar beneficiando al sector conservador.  Esto es particularmente cierto en las llamada elecciones no-presidenciales como son las de noviembre 2014. En el 2010, donde los republicanos coparon en el congreso, solo el 31.2% de los ciudadanos latinos votaron. Esto contrasta con el 48.6 de los blancos no latinos (categoría que no incluye a los latinos que se identifican como blancos en las encuestas) quienes si participaron en estas elecciones apoyando el “Tea Party” y el virazón a la derecha en el país.  Si el Partido Demócrata de nuevo persiste en ignorar y en no movilizar a los votantes latinos a través la movilización casa por casa y la inclusión de los temas como la reforma migratoria, la economía y la creación de trabajos los latinos se quedaran en su casa.
Irónicamente lo único que movería a los latinos a votar y evitar que el Partido Demócrata repita la debacle del 2010 es si los Republicanos toman posiciones tan extremistas como cuando en el 2005 cuando el congresista de Wisconsin Jim Sensenbrenner sometió la ley HR 4437 que financiaba la creación de una verja, legitimaba el uso del perfil racial contra los latinos, militarizaba la frontera en fin una serie de medidas duras y opresivas.  Esto llevó a cientos de miles de latinos a las calles con manifestaciones en lugares como Los Ángeles de 1 millón de personas y cantidades dramáticas en Chicago, San Antonio y hasta Nueva York. También fue exitosa en detener los aspectos más opresivos de la ley. Pero, más importante es que electrificó y movilizó a los latinos en las elecciones del 2008.  El 49.9 de los latinos registrados votaron y más dramático es el impacto que tuvo en la juventud latina. En el 2006, otras elecciones no presidenciales solo el 16.6% de los jóvenes latinos entre los 18 y los 24 años votaron. La movilización hizo que en el 2008 el 38.8% de los jóvenes votaran, la proporción más alta vista en décadas.  Por lo tanto, con la tradicional relativa baja participación electoral de los latinos, si los demócratas no se alertan pudieran muy bien perder el voto latino. Y aquellos que salga a votar serán los sectores más conservadores de clase media y nacidos en los Estados Unidos quienes son más dados a identificarse como blancos y a votar por los Republicanos. Estos solo necesitan el 40% de los votos latinos para ganar las elecciones y copar el senado.  Y para lograrlo solo tienen que ponerle una sordina a sus extremistas pues las encuestas revelan que cuando Paul Ryan hizo unos comentarios  positivos sobre los inmigrantes los Republicanos recibieron más opiniones positivas (71%) de los latinos así que la valla no es muy alta.  

Conclusión

           Recientemente, a principios de marzo de este año, la Conferencia del Comité de Acción Conservadora (CPAC) se celebró en Maryland. Es esta la reunión más importante de la derecha norteamericana. Contrario a reuniones de años anteriores donde supremacistas blancos campearon por los pasillos y tuvieron una participación significativa, esta vez los organizadores modularon el evento y no le permitieron mucha visibilidad a los grupos más extremistas.  Obviamente, frente a las elecciones de noviembre los republicanos quieren presentar su mejor perfil. Hasta auspiciaron un evento para proveer estrategias y motivación para reclutar latinos para el partido. El resultado fue patético, un salón con cabida para más de 300 personas apenas tuvo una participación de unas pocas docenas de activistas.  Pero con la motivación, obsesión que tienen los republicanos con el programa de seguro médico (AHCA) o el “Obamacare” como le llaman sus detractores y los ataques al presidente por todas sus políticas pudieran llevar un elevado número de sus votantes a las urnas en noviembre.  En estos momentos en que la población de los llamados “baby boomers” representan una proporción significativa de la población y de los votantes, pudieran cambiar aún más la correlación de fuerzas aún más hacia la derecha.  Los votantes entre las edades 48 a 64 tienen muy altas tasas de participación electoral. En el 2010 el 57% de los blancos no latinos votaron mientras solo el 40.2 de los latinos en la misma categoría de edad votaron. Y si los jóvenes latinos repiten la tasa de participación del 2010 porque no hay temas que les atañen ni movilización que los motive, votaran solo un 16.1% de ellos. Esto significará, muy probablemente que los republicanos tendrán la sartén por el mango al controlar el senado. De esto suceder, no habrá reforma migratoria que valga la pena, es posible que se ataque y se desmantele gradualmente el seguro médico, se tomaran medidas económicas para reducir el mitológico déficit que reduciran la red social de apoyo a los pobres y el financiamiento de la educación superior. Irónicamente también implicará que no habrá espacio ni motivación para discutir la estadidad tampoco.       



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