Where are Latinos in a Future Multiracial Society?
Raúl March 13, 2010 Race Culture & Power No Comments
http://consciousness-in-action.com/archives/187
“Yet, if we remember that Latinos are already no longer considered a “racial” group, but an “ethnic” one: Would Latinos even be counted, as a group, AT ALL?”
Full article here:
http://consciousness-in-action.com/archives/187
My good friend and colega, Dr. Raul Quiñones-Rosado clarifies the complexities of what I call the third racializing process, this occurs when racial groups, either by contesting or adapting (coerced) are positioned (or attempt to position themselves) in a higher racial status than the one this society’s racial architecture traditionally assigns to them. The Irish for example, in order to gain the status of “white” stepped over (in a myriad ways) African Americans in order to distance themselves from them so as not to remain in a lower racial status. They initially, in Virginia had coalesced with Africans in the struggle against the plantocracy, but decided to opt for whiteness (with help from the legal systems). The colonized Irish, changed their green politics of contestation for the white politics of acquiescence and in their efforts solidified and helped perpetuate the racial construct in the U.S.
But Latinos also participated in this process too (Puerto Rico is a separate and distinct and more complex process which I will not describe now). One of the first advocacy groups in the Mexican American community, the League of United Latin American Citizens (LULAC) sought from its inception, not to challenge the inequality of the system of racial stratification, but instead tried to position itself inside the white social group. It promoted Americanization, it engaged in mimicking whites in order to gain acceptance as members of white society. It also challenged racializing discrimination, when Mexican schools were created, and they legally resisted, not by resisting the notion of “separate but equal” but by arguing that Mexican Americans were white. Puerto Ricans in the Northeast also followed different but similar “racial positioning” strategies. At times, just like with Cubans in 19th century and 20th century Florida, it led to the division of the Cuban community between “white” Cubans and “non-white” Cubans. Today, the Black Cuban experience and “white’ Cuban experience walks along two different paths.
However, I have followed the debates about the Census and where do Latinos (again, Puerto Rico is a more complex process) fit in this new racializing process by society’s institutional arrangements. My major disagreement is that the reality is that Latinos/Hispanics have never been considered formally a separate “racial” group (as defined by the U.S. Bureau of the Census). In fact, Mexicans were considered “white” in the 1930s, Puerto Ricans have also been on the see saw of racial politics in the United States. However, in the U.S. popular culture Latinos/Hispanics are thought of as a pseudo race, or to use a better concept, as a “racialized ethnicity.” For me the issue is that: whether Latinos self-identify as “white” the overwhelming majority will still be considered “suspect whites” and in the best of all cases “honorary whites” (to use my colega Eduardo Bonilla’s term) in their experiences.
But worst of all it will divide Latinos because if one self-identifies as white it indicates a lack of political consciousness of the role of white supremacy in the U.S. In Texas, in the 19th and early century self-identified as “Spanish,” in order to distance themselves from poor working class Mexicans. Some of the elite even joined the Ku Klux Klan. Was there any political capital gained? Maybe at the individual level, but collectively it led to the retrenchment of racism in Texas. In fact, Texas has the highest number of lynchings of Mexicans than any state in the Southwest (Webb and Carrigan, 2009). More recently, during the racist Proposition 187 (1994) in California, those who self-identify as “whites” were more likely to vote in favor of this draconian law that expelled children from schools, made teachers into spies and excluded undocumented immigrants from receiving medical care (Garcia Bedolla, 2003).
In the end, it is important that Latinos be counted in a complete and accurate fashion. As for me I always choose “other” even despite the possibility of imputation (Census assigning you a race). I do not want to negate my multi-racial ancestors Tainos, African and Spanish, and until the census reveals that, I will be “none of the above.” Will that change why racial experience in the U.S? No, but I raise the question about the irrationality of race.
Tuesday, March 23, 2010
Tuesday, March 16, 2010
Las mentiras alrededor del Censo 2000 y la unidad nacional puertorriqueña
(Esto fue el producto de una investigación que realicé al final de la década del noventa, también gracias a una fuente confidencial dentro de la Junta de Planificación quien me proveyó muchos detalles sobre el proceso que utilizó el gobierno de Pedro Rossello para incorporar a Puerto Rico in toto en el Censo Yanqui. Todas las profecías resultaron ciertas, 80.5% de los Boricuas se identificaron como blancos y los esfuerzos de los demógrafos puertorriqueños por desarrollar un censo Boricua, con sus propias categorías e idiosincrasias, desapareció del mapa. Hay reformas que matan)
Las mentiras alrededor del Censo 2000 y la unidad nacional puertorriqueña
Por Víctor M. Rodríguez Domínguez
Especial para Claridad
(El autor es catedrático de sociología en el Departamento de Estudios Chicanos y Latinos en la Universidad Estatl de California, Long Beach, California, Imperio Yanqui. Correo electrónico: rodrigvm@cox.net)
"La cuestión racial es el problema del siglo XX"
---W.E.B. DuBois
"Esta sobre el tapete la suprema definición: O Yanquis o Puertorriqueños"
---Pedro Albizu Campos
Cultura, Nación, Política
Es ya un lugar común decir que la identidad nacional es la raíz fundamental de las potentes expresiones políticas escenificadas en Puerto Rico en los últimos anos. Pero, dado el lugar estratégico que la cultura y la identidad nacional ocupan en las luchas políticas, cabe la redundancia en estos momentos. Cualquier persona familiarizada con la experiencia puertorriqueña conoce lo profunda que es la identificación nacional puertorriqueña. Esta identificación no es meramente una identificación con el folclor, esta experiencia representa una realidad cultural que transforma la visión de mundo Esta visión de mundo ha sido tradicionalmente una sobre la cual se ha construido el proyecto nacional puertorriqueño. En otras palabras, ha sido el pueblo independentista quien ha llevado el liderato (no el monopolio) de la profundización de la cultura e identidad nacional en la experiencia diaria del pueblo boricua.
En anos recientes otra generación de investigadores sociales han descubierto el mediterráneo al redescubrir la cultura. Entre otras cosas han resaltado el rol del capital en promover y cooptar la producción cultural. Arlene Dávila en su libro "Sponsored Identities" (1997) menciona entre otras cosas el rol de las agencias de publicidad y las corporaciones que representan, en la promoción de los símbolos culturales puertorriqueños. Nancy Morís en "Puerto Rico: Culture, Politics and Identity" (1995) menciona como la dialéctica relación entre la influencia norteamericana y la identidad puertorriqueña ha llevado a profundizar la identidad puertorriqueña en formas contradictorias a lo anticipado: la asimilación.
La cultura, ese fenómeno resbaloso, contradictorio continua sorprendiendo a los especialistas por su habilidad de eludir nuestras redes teóricas. Pero lamentablemente, con la honrosa excepción de Lillian Guerra en su "Popular Expresión and National Identity" (1998) esta nueva generación aunque reconoce el rol protagónico de la cultura y el sentimiento nacional ignoran algo que investigadores sociales en el pasado, aunque de manera somera, resaltaron de forma sutil: la cuestión racial en Puerto Rico. Por otro lado, el enfoque de la Profesora Guerra es la experiencia histórica de las primeras décadas de este siglo mientras que los anteriores estudios tratan de extender su análisis hasta el presente.
La fuerte unidad nacional que se ha desarrollado en los últimos años alrededor de los prisioneros políticos, pero particularmente alrededor de Vieques y su lucha contra la marina de guerra yanqui, es obviamente una consecuencia de la profundización de la cultura e identidad nacional boricua. Cuando miembros de partidos colonialistas, presionados por la fuerte voluntad de unidad hablan de unirse a la desodebiencia civil en defensa de la integridad del territorio nacional en Vieques, algo importante se está dando en la formación social boricua. El reconocimiento por líderes estadistas de que la lucha estadista ha sido afectada por la lucha Viequense es también un reconocimiento del importante cambio cultural en ciernes. Empero, este fenómeno cultural de identidad no siempre camina por una vía, particularmente la vía deseada. El dirigismo cultural es mas una construcción teórica que una realidad concreta.
En unas semanas comenzará a circular el cuestionario federal del censo 2000 en Puerto Rico. En el horizonte se cierne una amenaza que aunque a distancia parece pequeña, sutíl y aparentemente burocrática pudiera minar las cimientes de este muro de contención al poder metropolitano en Puerto Rico. Se trata de la intromisión de las categorías polarizadas raciales yanquis al interior de la cultura y vida cotidiana puertorriqueña. A continuación el trasfondo de este proceso.
Censo 2000 la cuestión racial y la "integración automática"
Meses atrás en Claridad (11-17 de Junio 1999), miembros del Grupo Puertorriqueño sobre Raza e Identidad llamaron al pueblo boricua a responder a las preguntas sobre raza e etnicidad que por primera vez en 49 años aparecerán en el censo federal realizado en la isla. Este llamado responde a la realidad de que no contamos con los datos empíricos necesarios para revelar los patrones de discriminación racial en Puerto Rico. Existe la información anecdótica y descriptiva pero no el tipo de información empírica que se utiliza en el sistema judicial para llevar casos sobre discriminación racial a los tribunales. Además, como fue evidente en conversaciones que sostuve durante en junio 1999 con amigos, miembros y dirigentes de el movimiento independentista, hay una escasez de información certera sobre el racismo en Puerto Rico.
Lamentablemente, la prensa puertorriqueña aun no ha presentado (porque no ha tenido acceso a las fuentes de información) la realidad completa de como y porque se determinó utilizar exactamente el mismo cuestionario utilizado en los Estados Unidos. Los últimos 50 anos, en Puerto Rico el censo utilizaba un cuestionario ajustado a la realidad cultural y demográfica puertorriqueña. La historia detrás de esta decisión revela de forma clara la manera de funcionar de la administración Rosellista.
El uso de este cuestionario mas que un problema metodológico, es un problema político que traerá importantes consecuencias sociales en Puerto Rico. Forma parte de lo que Juan Mari Bras aducía en una entrevista reciente "la estrategia Rosellista de la integración automática" de Puerto Rico a los Estados Unidos. En cierta medida, ya se ha logrado de forma significativa, la integración económica de Puerto Rico a la economía norteamericana. La mayoría de los estudiosos aceptan esta realidad, las diferencias que existen entre estos tienen que ver con cuan integrado o no esta Puerto Rico a la economía imperial norteamericana.
Pero en términos sociales y culturales, la distancia entre los Estados Unidos, y particularmente dado el incremento en el sentimiento nacional Puertorriqueño, es amplísima. La intensificación de la identificación cultural, e unidad nacional puertorriqueña ha servido de muro de contención sobre el efecto de la integración económica. Pero, esa unidad nacional que palpamos en una actividad donde Sila Calderón anuncio su candidatura a gobernadora y donde lo único que ondearon fueron banderas puertorriqueñas, y en su reciente visita a Vieques esta cimentada sobre una base relativamente frágil. La unidad nacional por la que los sectores patrióticos han luchado y han dado sus vidas durante los últimos 150 años tiene su talón de Aquiles: la cuestión racial.
Censo 2000: Las Mentiras
Desde que se anuncio oficialmente la decisión de utilizar en Puerto Rico el mismo cuestionario que se utiliza en los Estados, el gobierno Rosellista comenzó una labor de esconder como y porque se realizo esta decisión. La administración Rosellista, temía las posibles repercusiones políticas en un momento en que la administración se encontraba aun reculando del efecto de el plebiscito de Diciembre 13, 1998. En este, la mayoría del pueblo Boricua dio al traste con los intentos de atosigarle la estadidad a Puerto Rico. Pero, a pesar de el mensaje claro de el pueblo, el gobernador no se amilanó.
La estrategia Rosellista de la "integración automática" implica implementar administrativamente, en forma sutil, aquellos procesos que conduzcan a reducir las diferencias sociales y culturales entre los Estados Unidos y Puerto Rico. El desarrollo de programas bilingües, y el uso de el cuestionario de el censo de los Estados Unidos son formas graduales de impulsar unos procesos culturales y sociales que preparan a la isla para la estadidad. Este es el legado, un caballo de Troya que la administración Rosellista le deja al pueblo boricua y cuyas consecuencias se seguirán experimentando décadas después de su salida de La Fortaleza. En este caso del censo, las consecuencias serán potencialmente dramáticas.
Una fuente cercana a el proceso en la junta de planificación, donde se discutió inicialmente esta decisión, me proveyó de recortes y trasfondo de este complejo proceso. La primera noticia, que pasó casi desapercibida, apareció en la prensa del país el 9 de enero de este año. El Nuevo Día en la edición de ese día decía "Ingresa la isla a las estadísticas del censo federal." El Comisionado Residente, Carlos Romero Barceló, presenta las nuevas de que en Puerto Rico se utilizara el cuestionario estadounidense traducido al español como una victoria de sus gestiones. En realidad el proceso fue muy distinto. Si uno se limita a la lectura de la cobertura de la prensa, se lleva uno la impresión de que el Buró del Censo fue obligado a acceder a los reclamos boricuas, nada mas lejos de la verdad.
En el 1958, el gobernador Luis Muñoz Marín llegó a un acuerdo con el departamento de comercio de los Estados Unidos (bajo el cual se ubica administrativamente el buró del censo) para asegurar la participación de Puerto Rico en determinar que tipo de cuestionario se utilizaría en la isla. Puerto Rico estaría representado por la junta de planificación la cual utilizaría su experiencia técnica para determinar el contenido de dicho cuestionario. El propósito lógico de este acuerdo era determinar primero que necesidades tenia Puerto Rico y que tipo(s) de preguntas proveían la información necesaria para la planificación social y económica de la cual la junta es responsable.
La práctica que se desarrolló desde ese entonces, era el de un comité interagencial que reunía a usuarios privados de la data (académicos, expertos en mercadeo, demógrafos etc.) y las agencias gubernamentales que usaban estos datos para cumplir sus responsabilidades gubernamentales. Estos determinaban cuales tópicos eran necesarios y le informaban al buró federal del censo que querían/necesitaban y así procedía el buró del censo. Existía autonomía local en determinar estas prioridades y necesidades en cuanto a los datos y/o preguntas. El Buró del Censo, según la fuente cercana al proceso, siempre estuvo abierto a recibir e implementar las preguntas y/o temas que los miembros del comité interagencial estimaban importantes.
Desaparece cuestión racial de el discurso demográfico en Puerto Rico
Una de las decisiones que se realizaron, temprano en el proceso a mediados de la década de los cincuenta fue no incluir preguntas sobre raza/etnicidad en el cuestionario distribuido en Puerto Rico. Se pensó entonces, que las preguntas de este tipo no se adecuaban a la realidad social puertorriqueña. Desde el censo de 1950, hace 49 años, no se incluían en el cuestionario preguntas sobre las raza o etnicidad de los informantes.
En años posteriores a esa decisión hubo peticiones de distintos grupos de que se utilizara el mismo cuestionario. Según nuestra fuente, en el 1980, la Corporación de Servicios Legales requirió que se incluyeran preguntas sobre raza en el cuestionario utilizado en Puerto Rico en los censos subsiguientes. Una decisión legal, donde se utilizaba la jurisprudencia de la DPR (Decisiones de Puerto Rico) en la Corte Suprema de Puerto Rico y el circuito federal, dictaminó que dada la realidad social y cultural de Puerto Rico esa información no era necesaria.
Mas recientemente, la organización "National Puerto Rican Coalition," a través de su portavoz José Núñez, pidieron que se utilizara el mismo cuestionario. Una de las razones para esta petición es que permitiría aumentar de forma automática la población latina y boricua en los Estados Unidos. Al presente, cuando se presentan datos poblacionales sobre los latinos en los Estados Unidos nunca se incluyen los mas de 3.9 millones de puertorriqueños residentes en Puerto Rico. Obviamente, cuando organizaciones latinas o boricuas están en sus gestiones de cabildeo el añadir 4 millones mas de personas le provee mas poder de regateo. Los 3 millones de puertorriqueños se convierten en 7 millones, los 32 millones de Latinos se convierten en 36 millones. Aparentemente, algunos de los miembros del Caucus Congresional Hispano apoya esta petición.
La mayoría de los que apoyan incluir o integrar a Puerto Rico en los cálculos poblacionales de los Estados Unidos son personas u organizaciones radicadas en los Estados Unidos. Para estos individuos u organizaciones hay razones estratégicas para que se unan los datos. Recordemos también las intensas gestiones del Gobierno de Rosello durante su incumbencia como presidente de la asociación de gobernadores norteamericanos de congraciarse con sectores organizados entre los latinos de los Estados Unidos. Particularmente Roselló busco apoyo de estos para sus gestiones a favor de la estadidad.
En esta ultima ronda en preparación para el año 2000, el comité interagencial estuvo dirigido por la Sra. Lillian Torres, en aquellos momentos directora de la área de planificación social y económica de la oficina del censo dentro de la Junta de Planificación. Este comité, cuyo encargo era servir de asesor al gobierno sobre el contenido del cuestionario, y que estaba constituido de expertos en demografía, mercadeo, abogados etc. no recomendó que se utilizara el mismo cuestionario que se usa en los Estados Unidos. Aunque se discutió, por ejemplo la necesidad de data sobre las relaciones raciales en Puerto Rico no se sugirió el uso del el cuestionario federal sino una versión modificada como se había hecho en los últimos 49 años.
Durante las discusiones internas del comité, una de las áreas donde se sostuvieron los intercambios mas dramáticos fueron alrededor de el incluir o no preguntas sobre raza y etnicidad. Los académicos (demógrafos, sociólogos etc.) se encontraban divididos en torno a el incluir o no pregunta sobre raza y etnicidad. Al final de la discusión se llegó a una decisión donde una pequeña mayoría decidió incluir la pregunta de raza y etnicidad. Entre los participantes estuvieron algunos representantes de agencias federales que aducían la data sobre raza y etnicidad era necesaria para la recopilación de estadísticas sobre vivienda y salud. Esto permitiría determinar si hay patrones de discriminación racial en Puerto Rico. Pero, en torno al uso total de el cuestionario norteamericano la decisión del comité interagencial fue continuar el mismo proceso de los últimos 49 años que le proveía a la isla autonomía y participación directa en la confección del cuestionario a utilizarse en Puerto Rico.
Pero, el trabajo arduo de los expertos en esta materia demográfica, los usuarios de esta data, y las agencias gubernamentales que participaron n el comité interagencial, resulto en vano. La Sra. Norma Burgos, a la sazón presidenta de la Junta de Planificación le informó al Gobernador Roselló de la decisión del comité. Contrario a la practica de medio siglo el gobernador, se reunió con su gabinete y unilateralmente tomaron la decisión política de utilizar el cuestionario norteamericano.
Se le instruyó a los secretarios de agencias que prepararan planes de contingencia para recoger datos necesarios para la planificación de las distintas agencias. Unos de los resultados de esta decisión, como se destacó al principio de la discusión en la prensa, es que ahora se perdería información estratégica sobre tendencias en la fecundidad, analfabetismo, uso de energía eléctrica etc. El único recurso que recogía esta información en Puerto Rico es el censo federal cada diez años.
Control del daño: la cobertura periodística
Es interesante notar como la cobertura periodística desde enero 1999 en adelante comienza señalando esta valiosa perdida de información debido a la utilización de este cuestionario federal. El Nuevo Día (18 de enero) titula "Pierde el censo el toque criollo" dando un matiz negativo a esta decisión. Puerto Rico, contrario a los Estados Unidos no tiene otras formas de recoger información en las áreas que ahora quedaban fuera del cuestionario.
Aparentemente los expertos en relaciones publicas del gobierno decidieron darle un giro positivo a la noticia. Entre otras cosas, le prohibieron a miembros del personal de la junta discutir el asunto con la prensa. De ahí en adelante, solamente el presidente de la Junta de Planificación, Sr. Héctor Feliciano hablaría con la prensa sobre el Censo 2000. Automáticamente, desapareció de el discurso sobre el censo noticias sobre lo que iba a perder Puerto Rico ya que no desarrollaría sus propias preguntas. Además, no se discutía cual seria el impacto de las preguntas sobre raza y etnicidad en la sociedad boricua. Ahora el discurso en la prensa sobre el Censo 2000 gira alrededor de materias técnicas o de como Puerto Rico se va a beneficiar en términos de acceso a mas recursos federales.
Por otro lado, se da la impresión de que esta fue una decisión tomada por la junta de planificación al ser el Sr. Feliciano, presidente de la Junta de Planificación quien provee la mayor parte de la información publica sobre el Censo 2000. En realidad, la decisión fue tomada por razones políticas por la administración Rosellista. El Sr. Feliciano se ha visto "forzado" a difundir información que raya en la falsedad.
Dice El Nuevo Día en su edición del 9 de mayo que según el Sr. Feliciano "la Junta, que creo un comité para el censo con personas de otras agencias, decidió que se entregaría el mismo cuestionario lo que, según Feliciano agilizara el proceso." Dos falsedades en una misma oración.
Primero, el comité interagencial no decidió utilizar el mismo cuestionario, la decisión fue mantener las preguntas utilizadas en años anteriores e incluir preguntas sobre raza y etnicidad. La decisión de utilizar el cuestionario federal fue tomada por La Fortaleza. Segundo, esto no agilizará la distribución de los datos en forma dramática. De acuerdo a la fuente es posible que se reduzca en tres meses el tiempo para la diseminación de la información. Pero lo que se pierde en información no es compensada. La razón para el continuado retraso es que los datos de "las posesiones" se tabulan al final de las tabulaciones y el procesamiento de los datos de los estados. Esto no va a cambiar.
Los que si sucederá es un cambio radical en la forma en que se presentan los datos pues ahora, es factible, tal y como lo pidieran organizaciones latinas y boricuas en los Estados Unidos, presentar los 3.9 millones de boricuas en Puerto Rico como parte de la población "hispana" de los Estados Unidos. Esto se facilita ya que la información aparecerá contigua a la información de los Estados Unidos. Integración censal por decreto burocrático! Lo que no logró Roselló a través de un plebiscito lo logró tras bastidores en cuartos oscuros llenos de humo.
La cuestión racial en Puerto Rico y el discurso independentista
La sociedad civil en Puerto Rico ha asumidos unas características distintas en la ultimas dos décadas. La fragmentación de la vida cotidiana, la ubicua influencia cultural estadounidense, la migración de retorno de boricuas, y la expansión de la cultura consumista en Puerto Rico han cambiado las relaciones entre "el pueblo" y las instituciones sociales. Estos procesos junto al derrumbamiento de el socialismo burocrático en Europa han tenido un marcado impacto al interior de las organizaciones políticas independentistas.
Particularmente en la práctica política, las organizaciones que luchan por la independencia, con sus honrosas excepciones, han enfocado la mayor parte de su acción política a consolidar un trabajo alrededor de la cuestión nacional. Esta línea no es solo producto de una deliberada práctica política sino surge también de la debilidad organizativa de el independentismo y de la creciente influencia ideológica capitalista en su recalentada vertiente neoliberal. Es por esto que en cierta medida, aun cuando no se han abandonado totalmente la luchas por los derechos de la mujer, el ambientalismo, la justicia económica, el peso mayor de la práctica y el discurso político gira alrededor de la defensa de la nacionalidad. Esto en cierta medida ha tenido resultados positivos, particularmente en la lucha en defensa de Vieques.
Irónicamente a pesar de la debilidad estructural, el independentismo ganó la batalla cultural, nacional. Y de seguir desarrollándose el diálogo alrededor de los tímidos intentos de la administración colonial de reivindicar al independentismo encarpetado es posible que los independentistas puedan incluso escalar un peldaño mas en su influencia moral. Parte de los frutos de la incrementada posición moral de los independentistas se concentran en estos momentos en el incremento en el prestigio del ex-senador Rubén Berrios.
Así que ahora tenemos que la existencia de nuestra nación es ahora un lugar común entre grandes mayorías en Puerto Rico. Lo que era, hace tres décadas subversivo, alternativo se convierte ahora en el medio utilizado por las transnacionales para expandir el consumismo. Aunque la razones para esta victoria son complejas es obvio que se ha creado un espacio importante dentro de la sociedad puertorriqueña para una labor de liberación nacional.
Irónicamente, esta situación de "hegemonía" cultural nacional y la relativa debilidad organizativa no ha llevado al independentismo a re enfocar estratégicamente en áreas rezagadas del trabajo político. En cierta medida, el trabajo que se realizaba hace unas décadas, particularmente por organizaciones tales cómo el Partido Socialista Puertorriqueño, en áreas tales como los derechos de la mujer e inclusive sobre la in equidad social ya no tienen el mismo claro relieve que antes. No quiere decir esto que no aparecen en programas y declaraciones, sino que obviamente la cuestión nacional es por mucho el énfasis primordial de la mayoría de las organizaciones patrióticas.
La iniciativa de bregar con estos asuntos, incluyendo el racismo, sexismo y la homofobia han quedado en las manos de organizaciones dentro de la sociedad civil que solamente bregan con un asunto a la vez. En otras palabras, con excepción de organizaciones tales como el Frente Socialista, la mayoría de las organizaciones bregando con estos temas dentro de la sociedad boricua solamente trabajan una área en particular. Las organizaciones políticas ya no tienen la practica de bregar con una multiplicidad de asuntos sociales. Cada asunto o reivindicación social tiene sus núcleos independientes que enfocan su trabajo en su particular nicho. Esta "especialización" es producto de la fragmentación de la vida cotidiana puertorriqueña.
Lamentablemente, la decisión del Gobernador Rosello de introducir en Puerto Rico un cuestionario con preguntas sobre raza y etnicidad extrañas a la realidad boricua causará confusión y división. En el discurso puertorriqueño no se establecen las nítidas y polarizadas distinciones de blanco/negro. En el Caribe las categorías raciales son mas matizadas y graduales, cimentadas en una línea continua basada en las gradaciones de color.
No creo que esta decisión se hizo sin discernir lo que esto implicará para la práctica política independentista. Particularmente cuando hemos sido renuentes en poner el debido énfasis a la discusión y exploración de el racismo en la sociedad puertorriqueña y dentro del movimiento independentista. Si el movimiento patriótico puertorriqueño no comienza a desarrollar un proceso para reflexionar sobre el racismo en Puerto Rico el caballo de Troya de Rosello logrará su propósito de dividir aun mas a las fuerzas patrióticas.
No tenemos un lenguaje ni la experiencia en Puerto Rico para hablar y comprender el racismo. En conversaciones recientes con campaneros dirigentes de varias organizaciones hubo un consenso de que no hemos enfrentado la cuestión racial en Puerto Rico. Algunos campaneros de hecho entienden que la cuestión racial no debe ser parte de la lucha nacional. En otras palabras, que aun cuando obviamente estamos en contra del racismo no debemos poner ningún énfasis en nada que no sea la cuestión nacional. Yo también en el pasado compartí esa perspectiva, pensaba que el racismo era un hombre cubierto por una capucha blanca. En realidad el racismo es mas sutil, entrelazado en la cotidianeidad, se expresa en las normas culturales de nuestras mas preciadas instituciones. Para muestra hay que mirar quienes son los que habitan nuestro sistema penitenciario, veremos ahí el racismo como fuerza sistémica independiente de nuestra individualizadas buenas intenciones o de que "tengamos amigos negros."
Desde que el profesor Isabelo Zenón publicó su importante libro "Narciso descubre su trasero" la mayor parte de el trabajo anti-racista lo desarrollan intelectuales e organizaciones dispersas en la sociedad civil. Ningún partido u organización política independentista ha querido tomar el toro por los cuernos y explícitamente combatir el racismo.
En los próximos meses los puertorriqueños serán forzados a auto identificarse y a pensar sobre raza y etnicidad. El cuestionario les obligará a pensar soy negro, blanco, asiático, indio etc. Aunque hay muchos boricuas que enfrentan esta realidad en su cotidianeidad, particularmente los que son pobres y/o viven en los caseríos o barriadas pobres, la mayor parte de los puertorriqueños obvia u ignora la identificación racial y optan por la nacional. Pero esta no es la pregunta que el censo formulará en Puerto Rico. La pregunta iniciara una reflexión que no se ha realizado en mucho tiempo en nuestro país.
En vez de permitir que se imponga desde afuera los términos de esta conversación podemos comenzar a discutir que implica el racismo en Puerto Rico. Como se manifiesta la cuestión racial al interior del movimiento patriótico? Porque la mayoría de el liderato patriótico boricua es blanco? Porque el discurso independentista tiene atracción para unos grupos sociales y no a otros?
Una compañera independentista me comentaba que en ocasión de haber sido asaltado, la policía le pidió que mirara unas fotos del fichero de la policía. La gran mayoría de las fotos eran de jóvenes negros puertorriqueños. Otra compañera dirigente me decía recientemente que cuando ella asistía a actividades patrióticas ella sabia que seria la única persona negra en la misma. También relato como una joven estudiante pobre residente en un caserío le decía que ella "no valía nada porque era negra y pobre." Obviamente un sector importante de nuestra población experimenta una opresión adicional a la nacional, la opresión por no ser lo que nuestra sociedad considera "blanco."
Tenemos que re enfocar nuestro trabajo ahora que la lucha cultural ha cosechado victorias, que estamos cosechando el respeto por nuestra alta moralidad y patriotismo. Debemos hacerlo antes de que se nos imponga una "visión de mundo" distinta. Es factible que sin echar a un lado la cuestión nacional enfilemos nuestra mirada para que "veamos" el potencial que tiene el racismo de dividirnos. La cuestión racial muy bien pudiera ser, nuestro talón de Aquiles. El racismo nos divide al cegarnos a ciertas realidades que son obvias para otros que las sufren en su cotidianeidad.
Las mentiras alrededor del Censo 2000 y la unidad nacional puertorriqueña
Por Víctor M. Rodríguez Domínguez
Especial para Claridad
(El autor es catedrático de sociología en el Departamento de Estudios Chicanos y Latinos en la Universidad Estatl de California, Long Beach, California, Imperio Yanqui. Correo electrónico: rodrigvm@cox.net)
"La cuestión racial es el problema del siglo XX"
---W.E.B. DuBois
"Esta sobre el tapete la suprema definición: O Yanquis o Puertorriqueños"
---Pedro Albizu Campos
Cultura, Nación, Política
Es ya un lugar común decir que la identidad nacional es la raíz fundamental de las potentes expresiones políticas escenificadas en Puerto Rico en los últimos anos. Pero, dado el lugar estratégico que la cultura y la identidad nacional ocupan en las luchas políticas, cabe la redundancia en estos momentos. Cualquier persona familiarizada con la experiencia puertorriqueña conoce lo profunda que es la identificación nacional puertorriqueña. Esta identificación no es meramente una identificación con el folclor, esta experiencia representa una realidad cultural que transforma la visión de mundo Esta visión de mundo ha sido tradicionalmente una sobre la cual se ha construido el proyecto nacional puertorriqueño. En otras palabras, ha sido el pueblo independentista quien ha llevado el liderato (no el monopolio) de la profundización de la cultura e identidad nacional en la experiencia diaria del pueblo boricua.
En anos recientes otra generación de investigadores sociales han descubierto el mediterráneo al redescubrir la cultura. Entre otras cosas han resaltado el rol del capital en promover y cooptar la producción cultural. Arlene Dávila en su libro "Sponsored Identities" (1997) menciona entre otras cosas el rol de las agencias de publicidad y las corporaciones que representan, en la promoción de los símbolos culturales puertorriqueños. Nancy Morís en "Puerto Rico: Culture, Politics and Identity" (1995) menciona como la dialéctica relación entre la influencia norteamericana y la identidad puertorriqueña ha llevado a profundizar la identidad puertorriqueña en formas contradictorias a lo anticipado: la asimilación.
La cultura, ese fenómeno resbaloso, contradictorio continua sorprendiendo a los especialistas por su habilidad de eludir nuestras redes teóricas. Pero lamentablemente, con la honrosa excepción de Lillian Guerra en su "Popular Expresión and National Identity" (1998) esta nueva generación aunque reconoce el rol protagónico de la cultura y el sentimiento nacional ignoran algo que investigadores sociales en el pasado, aunque de manera somera, resaltaron de forma sutil: la cuestión racial en Puerto Rico. Por otro lado, el enfoque de la Profesora Guerra es la experiencia histórica de las primeras décadas de este siglo mientras que los anteriores estudios tratan de extender su análisis hasta el presente.
La fuerte unidad nacional que se ha desarrollado en los últimos años alrededor de los prisioneros políticos, pero particularmente alrededor de Vieques y su lucha contra la marina de guerra yanqui, es obviamente una consecuencia de la profundización de la cultura e identidad nacional boricua. Cuando miembros de partidos colonialistas, presionados por la fuerte voluntad de unidad hablan de unirse a la desodebiencia civil en defensa de la integridad del territorio nacional en Vieques, algo importante se está dando en la formación social boricua. El reconocimiento por líderes estadistas de que la lucha estadista ha sido afectada por la lucha Viequense es también un reconocimiento del importante cambio cultural en ciernes. Empero, este fenómeno cultural de identidad no siempre camina por una vía, particularmente la vía deseada. El dirigismo cultural es mas una construcción teórica que una realidad concreta.
En unas semanas comenzará a circular el cuestionario federal del censo 2000 en Puerto Rico. En el horizonte se cierne una amenaza que aunque a distancia parece pequeña, sutíl y aparentemente burocrática pudiera minar las cimientes de este muro de contención al poder metropolitano en Puerto Rico. Se trata de la intromisión de las categorías polarizadas raciales yanquis al interior de la cultura y vida cotidiana puertorriqueña. A continuación el trasfondo de este proceso.
Censo 2000 la cuestión racial y la "integración automática"
Meses atrás en Claridad (11-17 de Junio 1999), miembros del Grupo Puertorriqueño sobre Raza e Identidad llamaron al pueblo boricua a responder a las preguntas sobre raza e etnicidad que por primera vez en 49 años aparecerán en el censo federal realizado en la isla. Este llamado responde a la realidad de que no contamos con los datos empíricos necesarios para revelar los patrones de discriminación racial en Puerto Rico. Existe la información anecdótica y descriptiva pero no el tipo de información empírica que se utiliza en el sistema judicial para llevar casos sobre discriminación racial a los tribunales. Además, como fue evidente en conversaciones que sostuve durante en junio 1999 con amigos, miembros y dirigentes de el movimiento independentista, hay una escasez de información certera sobre el racismo en Puerto Rico.
Lamentablemente, la prensa puertorriqueña aun no ha presentado (porque no ha tenido acceso a las fuentes de información) la realidad completa de como y porque se determinó utilizar exactamente el mismo cuestionario utilizado en los Estados Unidos. Los últimos 50 anos, en Puerto Rico el censo utilizaba un cuestionario ajustado a la realidad cultural y demográfica puertorriqueña. La historia detrás de esta decisión revela de forma clara la manera de funcionar de la administración Rosellista.
El uso de este cuestionario mas que un problema metodológico, es un problema político que traerá importantes consecuencias sociales en Puerto Rico. Forma parte de lo que Juan Mari Bras aducía en una entrevista reciente "la estrategia Rosellista de la integración automática" de Puerto Rico a los Estados Unidos. En cierta medida, ya se ha logrado de forma significativa, la integración económica de Puerto Rico a la economía norteamericana. La mayoría de los estudiosos aceptan esta realidad, las diferencias que existen entre estos tienen que ver con cuan integrado o no esta Puerto Rico a la economía imperial norteamericana.
Pero en términos sociales y culturales, la distancia entre los Estados Unidos, y particularmente dado el incremento en el sentimiento nacional Puertorriqueño, es amplísima. La intensificación de la identificación cultural, e unidad nacional puertorriqueña ha servido de muro de contención sobre el efecto de la integración económica. Pero, esa unidad nacional que palpamos en una actividad donde Sila Calderón anuncio su candidatura a gobernadora y donde lo único que ondearon fueron banderas puertorriqueñas, y en su reciente visita a Vieques esta cimentada sobre una base relativamente frágil. La unidad nacional por la que los sectores patrióticos han luchado y han dado sus vidas durante los últimos 150 años tiene su talón de Aquiles: la cuestión racial.
Censo 2000: Las Mentiras
Desde que se anuncio oficialmente la decisión de utilizar en Puerto Rico el mismo cuestionario que se utiliza en los Estados, el gobierno Rosellista comenzó una labor de esconder como y porque se realizo esta decisión. La administración Rosellista, temía las posibles repercusiones políticas en un momento en que la administración se encontraba aun reculando del efecto de el plebiscito de Diciembre 13, 1998. En este, la mayoría del pueblo Boricua dio al traste con los intentos de atosigarle la estadidad a Puerto Rico. Pero, a pesar de el mensaje claro de el pueblo, el gobernador no se amilanó.
La estrategia Rosellista de la "integración automática" implica implementar administrativamente, en forma sutil, aquellos procesos que conduzcan a reducir las diferencias sociales y culturales entre los Estados Unidos y Puerto Rico. El desarrollo de programas bilingües, y el uso de el cuestionario de el censo de los Estados Unidos son formas graduales de impulsar unos procesos culturales y sociales que preparan a la isla para la estadidad. Este es el legado, un caballo de Troya que la administración Rosellista le deja al pueblo boricua y cuyas consecuencias se seguirán experimentando décadas después de su salida de La Fortaleza. En este caso del censo, las consecuencias serán potencialmente dramáticas.
Una fuente cercana a el proceso en la junta de planificación, donde se discutió inicialmente esta decisión, me proveyó de recortes y trasfondo de este complejo proceso. La primera noticia, que pasó casi desapercibida, apareció en la prensa del país el 9 de enero de este año. El Nuevo Día en la edición de ese día decía "Ingresa la isla a las estadísticas del censo federal." El Comisionado Residente, Carlos Romero Barceló, presenta las nuevas de que en Puerto Rico se utilizara el cuestionario estadounidense traducido al español como una victoria de sus gestiones. En realidad el proceso fue muy distinto. Si uno se limita a la lectura de la cobertura de la prensa, se lleva uno la impresión de que el Buró del Censo fue obligado a acceder a los reclamos boricuas, nada mas lejos de la verdad.
En el 1958, el gobernador Luis Muñoz Marín llegó a un acuerdo con el departamento de comercio de los Estados Unidos (bajo el cual se ubica administrativamente el buró del censo) para asegurar la participación de Puerto Rico en determinar que tipo de cuestionario se utilizaría en la isla. Puerto Rico estaría representado por la junta de planificación la cual utilizaría su experiencia técnica para determinar el contenido de dicho cuestionario. El propósito lógico de este acuerdo era determinar primero que necesidades tenia Puerto Rico y que tipo(s) de preguntas proveían la información necesaria para la planificación social y económica de la cual la junta es responsable.
La práctica que se desarrolló desde ese entonces, era el de un comité interagencial que reunía a usuarios privados de la data (académicos, expertos en mercadeo, demógrafos etc.) y las agencias gubernamentales que usaban estos datos para cumplir sus responsabilidades gubernamentales. Estos determinaban cuales tópicos eran necesarios y le informaban al buró federal del censo que querían/necesitaban y así procedía el buró del censo. Existía autonomía local en determinar estas prioridades y necesidades en cuanto a los datos y/o preguntas. El Buró del Censo, según la fuente cercana al proceso, siempre estuvo abierto a recibir e implementar las preguntas y/o temas que los miembros del comité interagencial estimaban importantes.
Desaparece cuestión racial de el discurso demográfico en Puerto Rico
Una de las decisiones que se realizaron, temprano en el proceso a mediados de la década de los cincuenta fue no incluir preguntas sobre raza/etnicidad en el cuestionario distribuido en Puerto Rico. Se pensó entonces, que las preguntas de este tipo no se adecuaban a la realidad social puertorriqueña. Desde el censo de 1950, hace 49 años, no se incluían en el cuestionario preguntas sobre las raza o etnicidad de los informantes.
En años posteriores a esa decisión hubo peticiones de distintos grupos de que se utilizara el mismo cuestionario. Según nuestra fuente, en el 1980, la Corporación de Servicios Legales requirió que se incluyeran preguntas sobre raza en el cuestionario utilizado en Puerto Rico en los censos subsiguientes. Una decisión legal, donde se utilizaba la jurisprudencia de la DPR (Decisiones de Puerto Rico) en la Corte Suprema de Puerto Rico y el circuito federal, dictaminó que dada la realidad social y cultural de Puerto Rico esa información no era necesaria.
Mas recientemente, la organización "National Puerto Rican Coalition," a través de su portavoz José Núñez, pidieron que se utilizara el mismo cuestionario. Una de las razones para esta petición es que permitiría aumentar de forma automática la población latina y boricua en los Estados Unidos. Al presente, cuando se presentan datos poblacionales sobre los latinos en los Estados Unidos nunca se incluyen los mas de 3.9 millones de puertorriqueños residentes en Puerto Rico. Obviamente, cuando organizaciones latinas o boricuas están en sus gestiones de cabildeo el añadir 4 millones mas de personas le provee mas poder de regateo. Los 3 millones de puertorriqueños se convierten en 7 millones, los 32 millones de Latinos se convierten en 36 millones. Aparentemente, algunos de los miembros del Caucus Congresional Hispano apoya esta petición.
La mayoría de los que apoyan incluir o integrar a Puerto Rico en los cálculos poblacionales de los Estados Unidos son personas u organizaciones radicadas en los Estados Unidos. Para estos individuos u organizaciones hay razones estratégicas para que se unan los datos. Recordemos también las intensas gestiones del Gobierno de Rosello durante su incumbencia como presidente de la asociación de gobernadores norteamericanos de congraciarse con sectores organizados entre los latinos de los Estados Unidos. Particularmente Roselló busco apoyo de estos para sus gestiones a favor de la estadidad.
En esta ultima ronda en preparación para el año 2000, el comité interagencial estuvo dirigido por la Sra. Lillian Torres, en aquellos momentos directora de la área de planificación social y económica de la oficina del censo dentro de la Junta de Planificación. Este comité, cuyo encargo era servir de asesor al gobierno sobre el contenido del cuestionario, y que estaba constituido de expertos en demografía, mercadeo, abogados etc. no recomendó que se utilizara el mismo cuestionario que se usa en los Estados Unidos. Aunque se discutió, por ejemplo la necesidad de data sobre las relaciones raciales en Puerto Rico no se sugirió el uso del el cuestionario federal sino una versión modificada como se había hecho en los últimos 49 años.
Durante las discusiones internas del comité, una de las áreas donde se sostuvieron los intercambios mas dramáticos fueron alrededor de el incluir o no preguntas sobre raza y etnicidad. Los académicos (demógrafos, sociólogos etc.) se encontraban divididos en torno a el incluir o no pregunta sobre raza y etnicidad. Al final de la discusión se llegó a una decisión donde una pequeña mayoría decidió incluir la pregunta de raza y etnicidad. Entre los participantes estuvieron algunos representantes de agencias federales que aducían la data sobre raza y etnicidad era necesaria para la recopilación de estadísticas sobre vivienda y salud. Esto permitiría determinar si hay patrones de discriminación racial en Puerto Rico. Pero, en torno al uso total de el cuestionario norteamericano la decisión del comité interagencial fue continuar el mismo proceso de los últimos 49 años que le proveía a la isla autonomía y participación directa en la confección del cuestionario a utilizarse en Puerto Rico.
Pero, el trabajo arduo de los expertos en esta materia demográfica, los usuarios de esta data, y las agencias gubernamentales que participaron n el comité interagencial, resulto en vano. La Sra. Norma Burgos, a la sazón presidenta de la Junta de Planificación le informó al Gobernador Roselló de la decisión del comité. Contrario a la practica de medio siglo el gobernador, se reunió con su gabinete y unilateralmente tomaron la decisión política de utilizar el cuestionario norteamericano.
Se le instruyó a los secretarios de agencias que prepararan planes de contingencia para recoger datos necesarios para la planificación de las distintas agencias. Unos de los resultados de esta decisión, como se destacó al principio de la discusión en la prensa, es que ahora se perdería información estratégica sobre tendencias en la fecundidad, analfabetismo, uso de energía eléctrica etc. El único recurso que recogía esta información en Puerto Rico es el censo federal cada diez años.
Control del daño: la cobertura periodística
Es interesante notar como la cobertura periodística desde enero 1999 en adelante comienza señalando esta valiosa perdida de información debido a la utilización de este cuestionario federal. El Nuevo Día (18 de enero) titula "Pierde el censo el toque criollo" dando un matiz negativo a esta decisión. Puerto Rico, contrario a los Estados Unidos no tiene otras formas de recoger información en las áreas que ahora quedaban fuera del cuestionario.
Aparentemente los expertos en relaciones publicas del gobierno decidieron darle un giro positivo a la noticia. Entre otras cosas, le prohibieron a miembros del personal de la junta discutir el asunto con la prensa. De ahí en adelante, solamente el presidente de la Junta de Planificación, Sr. Héctor Feliciano hablaría con la prensa sobre el Censo 2000. Automáticamente, desapareció de el discurso sobre el censo noticias sobre lo que iba a perder Puerto Rico ya que no desarrollaría sus propias preguntas. Además, no se discutía cual seria el impacto de las preguntas sobre raza y etnicidad en la sociedad boricua. Ahora el discurso en la prensa sobre el Censo 2000 gira alrededor de materias técnicas o de como Puerto Rico se va a beneficiar en términos de acceso a mas recursos federales.
Por otro lado, se da la impresión de que esta fue una decisión tomada por la junta de planificación al ser el Sr. Feliciano, presidente de la Junta de Planificación quien provee la mayor parte de la información publica sobre el Censo 2000. En realidad, la decisión fue tomada por razones políticas por la administración Rosellista. El Sr. Feliciano se ha visto "forzado" a difundir información que raya en la falsedad.
Dice El Nuevo Día en su edición del 9 de mayo que según el Sr. Feliciano "la Junta, que creo un comité para el censo con personas de otras agencias, decidió que se entregaría el mismo cuestionario lo que, según Feliciano agilizara el proceso." Dos falsedades en una misma oración.
Primero, el comité interagencial no decidió utilizar el mismo cuestionario, la decisión fue mantener las preguntas utilizadas en años anteriores e incluir preguntas sobre raza y etnicidad. La decisión de utilizar el cuestionario federal fue tomada por La Fortaleza. Segundo, esto no agilizará la distribución de los datos en forma dramática. De acuerdo a la fuente es posible que se reduzca en tres meses el tiempo para la diseminación de la información. Pero lo que se pierde en información no es compensada. La razón para el continuado retraso es que los datos de "las posesiones" se tabulan al final de las tabulaciones y el procesamiento de los datos de los estados. Esto no va a cambiar.
Los que si sucederá es un cambio radical en la forma en que se presentan los datos pues ahora, es factible, tal y como lo pidieran organizaciones latinas y boricuas en los Estados Unidos, presentar los 3.9 millones de boricuas en Puerto Rico como parte de la población "hispana" de los Estados Unidos. Esto se facilita ya que la información aparecerá contigua a la información de los Estados Unidos. Integración censal por decreto burocrático! Lo que no logró Roselló a través de un plebiscito lo logró tras bastidores en cuartos oscuros llenos de humo.
La cuestión racial en Puerto Rico y el discurso independentista
La sociedad civil en Puerto Rico ha asumidos unas características distintas en la ultimas dos décadas. La fragmentación de la vida cotidiana, la ubicua influencia cultural estadounidense, la migración de retorno de boricuas, y la expansión de la cultura consumista en Puerto Rico han cambiado las relaciones entre "el pueblo" y las instituciones sociales. Estos procesos junto al derrumbamiento de el socialismo burocrático en Europa han tenido un marcado impacto al interior de las organizaciones políticas independentistas.
Particularmente en la práctica política, las organizaciones que luchan por la independencia, con sus honrosas excepciones, han enfocado la mayor parte de su acción política a consolidar un trabajo alrededor de la cuestión nacional. Esta línea no es solo producto de una deliberada práctica política sino surge también de la debilidad organizativa de el independentismo y de la creciente influencia ideológica capitalista en su recalentada vertiente neoliberal. Es por esto que en cierta medida, aun cuando no se han abandonado totalmente la luchas por los derechos de la mujer, el ambientalismo, la justicia económica, el peso mayor de la práctica y el discurso político gira alrededor de la defensa de la nacionalidad. Esto en cierta medida ha tenido resultados positivos, particularmente en la lucha en defensa de Vieques.
Irónicamente a pesar de la debilidad estructural, el independentismo ganó la batalla cultural, nacional. Y de seguir desarrollándose el diálogo alrededor de los tímidos intentos de la administración colonial de reivindicar al independentismo encarpetado es posible que los independentistas puedan incluso escalar un peldaño mas en su influencia moral. Parte de los frutos de la incrementada posición moral de los independentistas se concentran en estos momentos en el incremento en el prestigio del ex-senador Rubén Berrios.
Así que ahora tenemos que la existencia de nuestra nación es ahora un lugar común entre grandes mayorías en Puerto Rico. Lo que era, hace tres décadas subversivo, alternativo se convierte ahora en el medio utilizado por las transnacionales para expandir el consumismo. Aunque la razones para esta victoria son complejas es obvio que se ha creado un espacio importante dentro de la sociedad puertorriqueña para una labor de liberación nacional.
Irónicamente, esta situación de "hegemonía" cultural nacional y la relativa debilidad organizativa no ha llevado al independentismo a re enfocar estratégicamente en áreas rezagadas del trabajo político. En cierta medida, el trabajo que se realizaba hace unas décadas, particularmente por organizaciones tales cómo el Partido Socialista Puertorriqueño, en áreas tales como los derechos de la mujer e inclusive sobre la in equidad social ya no tienen el mismo claro relieve que antes. No quiere decir esto que no aparecen en programas y declaraciones, sino que obviamente la cuestión nacional es por mucho el énfasis primordial de la mayoría de las organizaciones patrióticas.
La iniciativa de bregar con estos asuntos, incluyendo el racismo, sexismo y la homofobia han quedado en las manos de organizaciones dentro de la sociedad civil que solamente bregan con un asunto a la vez. En otras palabras, con excepción de organizaciones tales como el Frente Socialista, la mayoría de las organizaciones bregando con estos temas dentro de la sociedad boricua solamente trabajan una área en particular. Las organizaciones políticas ya no tienen la practica de bregar con una multiplicidad de asuntos sociales. Cada asunto o reivindicación social tiene sus núcleos independientes que enfocan su trabajo en su particular nicho. Esta "especialización" es producto de la fragmentación de la vida cotidiana puertorriqueña.
Lamentablemente, la decisión del Gobernador Rosello de introducir en Puerto Rico un cuestionario con preguntas sobre raza y etnicidad extrañas a la realidad boricua causará confusión y división. En el discurso puertorriqueño no se establecen las nítidas y polarizadas distinciones de blanco/negro. En el Caribe las categorías raciales son mas matizadas y graduales, cimentadas en una línea continua basada en las gradaciones de color.
No creo que esta decisión se hizo sin discernir lo que esto implicará para la práctica política independentista. Particularmente cuando hemos sido renuentes en poner el debido énfasis a la discusión y exploración de el racismo en la sociedad puertorriqueña y dentro del movimiento independentista. Si el movimiento patriótico puertorriqueño no comienza a desarrollar un proceso para reflexionar sobre el racismo en Puerto Rico el caballo de Troya de Rosello logrará su propósito de dividir aun mas a las fuerzas patrióticas.
No tenemos un lenguaje ni la experiencia en Puerto Rico para hablar y comprender el racismo. En conversaciones recientes con campaneros dirigentes de varias organizaciones hubo un consenso de que no hemos enfrentado la cuestión racial en Puerto Rico. Algunos campaneros de hecho entienden que la cuestión racial no debe ser parte de la lucha nacional. En otras palabras, que aun cuando obviamente estamos en contra del racismo no debemos poner ningún énfasis en nada que no sea la cuestión nacional. Yo también en el pasado compartí esa perspectiva, pensaba que el racismo era un hombre cubierto por una capucha blanca. En realidad el racismo es mas sutil, entrelazado en la cotidianeidad, se expresa en las normas culturales de nuestras mas preciadas instituciones. Para muestra hay que mirar quienes son los que habitan nuestro sistema penitenciario, veremos ahí el racismo como fuerza sistémica independiente de nuestra individualizadas buenas intenciones o de que "tengamos amigos negros."
Desde que el profesor Isabelo Zenón publicó su importante libro "Narciso descubre su trasero" la mayor parte de el trabajo anti-racista lo desarrollan intelectuales e organizaciones dispersas en la sociedad civil. Ningún partido u organización política independentista ha querido tomar el toro por los cuernos y explícitamente combatir el racismo.
En los próximos meses los puertorriqueños serán forzados a auto identificarse y a pensar sobre raza y etnicidad. El cuestionario les obligará a pensar soy negro, blanco, asiático, indio etc. Aunque hay muchos boricuas que enfrentan esta realidad en su cotidianeidad, particularmente los que son pobres y/o viven en los caseríos o barriadas pobres, la mayor parte de los puertorriqueños obvia u ignora la identificación racial y optan por la nacional. Pero esta no es la pregunta que el censo formulará en Puerto Rico. La pregunta iniciara una reflexión que no se ha realizado en mucho tiempo en nuestro país.
En vez de permitir que se imponga desde afuera los términos de esta conversación podemos comenzar a discutir que implica el racismo en Puerto Rico. Como se manifiesta la cuestión racial al interior del movimiento patriótico? Porque la mayoría de el liderato patriótico boricua es blanco? Porque el discurso independentista tiene atracción para unos grupos sociales y no a otros?
Una compañera independentista me comentaba que en ocasión de haber sido asaltado, la policía le pidió que mirara unas fotos del fichero de la policía. La gran mayoría de las fotos eran de jóvenes negros puertorriqueños. Otra compañera dirigente me decía recientemente que cuando ella asistía a actividades patrióticas ella sabia que seria la única persona negra en la misma. También relato como una joven estudiante pobre residente en un caserío le decía que ella "no valía nada porque era negra y pobre." Obviamente un sector importante de nuestra población experimenta una opresión adicional a la nacional, la opresión por no ser lo que nuestra sociedad considera "blanco."
Tenemos que re enfocar nuestro trabajo ahora que la lucha cultural ha cosechado victorias, que estamos cosechando el respeto por nuestra alta moralidad y patriotismo. Debemos hacerlo antes de que se nos imponga una "visión de mundo" distinta. Es factible que sin echar a un lado la cuestión nacional enfilemos nuestra mirada para que "veamos" el potencial que tiene el racismo de dividirnos. La cuestión racial muy bien pudiera ser, nuestro talón de Aquiles. El racismo nos divide al cegarnos a ciertas realidades que son obvias para otros que las sufren en su cotidianeidad.
"Tejiendo Los Fragmentos Dispersos de la Historia de Puerto Rico" Reseña Libro Ayala Bernabe
Tejiendo Los Fragmentos Dispersos de la Historia de Puerto Rico
Victor M. Rodríguez Domínguez
(Catedratico, Departamento de Estudios Chicanos y Latinos, California State University, Long Beach, vrodrig5@csulb.edu)
Cesar Ayala and Rafael Bernabe. 2007. Puerto Rico in the American century: A History Since 1898. Chapel Hill: University of North Carolina Press.
Las nueva generaciones intentan definirse en relación a las generaciones anteriores. En ocasiones, el proceso incluye rechazar o re-escribir las memorias heredadas y compartidas. También en el mundo académico puertorriqueño las nuevas generaciones de intelectuales re-interpretan el legado histórico y los marcos de referencia que le dieron sentido a las generaciones que le precedieron. A menudo, al querer distanciarse de las metodologías, interpretaciones y marcos teóricos que consideran obsoletos, desechan, no solo la paja sino también el grano. Al afirmar que aramos en terreno virgen, perdemos de vista que lo que construimos está imbuído de sabiduría heredada.
Luego de más de una década de pesimismo y de una febril estampida donde todas las vacas sagradas de nuestra cultura, historia y política han sido desmenuzadas y atacadas, es refrescante contemplar un ejemplo de trabajo intelectual edificante que re-evalúa el pasado y el presente sin botar fuera de borda los legados teóricos e interpretativos que dieron base a una mejor comprensión de lo que es Puerto Rico hoy día. Ayala y Bernabé han logrado lo imposible: conectar las variadas hebras del tapiz de la formación social puertorriqueña a la vez que nos proveen un marco de referencia teórico que le da sentido a las partes. Si la tendencia en los últimos años entre los intelectuales puertorriqueños era la visión fragmentada, pesimista e iconoclasta de nuestro acontecer histórico, cultural económico y político, Ayala y Bernabé nos proveen un atisbo a otro modo de imaginarnos.
Los autores nos proveen una perspectiva que conecta la vida cotidiana con los cambios sistémicos del capitalismo. Evitan caer en un determinismo económico al proveer un espacio para el desfase o ruptura que se da entre la cultura y los cambios económicos. Nos proveen una taxonomía de periodos históricos que revela aspectos nuevos de nuestra vida social, cultural, económica y política desde las calles de San Juan hasta los barrios boricuas en los Estados Unidos. En un lenguaje claro, no obtuso, contrario a muchos textos post-modernistas, los autores ofrecen un análisis e interpretación que aún el mismo Jacques Derrida pensaría es una respuesta ponderada a su reciente libro el AEspectro de Marx.@ En este libro Derrida invoca el espíritu radical de Marx en un momento en que el capitalismo salvaje se vanagloria de sus éxitos.
El analisis del rol del imperialismo en Puerto Rico evita una visión monolítica del mismo. Tampoco, asumen la perspectiva del Aimperialismo bobo@ que comparten de forma variada y contradictoria los seguidores de Luis Muñoz Marín e irónicamente algunos escritores desde la perspectiva post-modernista. Es claro que no todo lo que está mal en la formación social y la experiencia puertorriqueña es producto del colonialismo. Pero tampoco ignoran el rol del capitalismo en su etapa mas depredadora ni como el contexto tiende a facilitar y/o limitar las alternativas a la que han tenido y tienen acceso los puertorriqueños en su vida política, cultural, económica y social.
La intelectual filipina Delia D. Aguilar recientemente advertia sobre la forma irreflexiva en que algunos intelectuales post-modernistas aclamaron el libro de Michael Hardt y Antonio Negri, Imperio que le sirve de contrapeso al esfuerzo que realizan Ayala y Bernabé. Contrario a Hardt y Negri estos entrelazan el análisis económico y su examen de las otras esferas de la vida humana sin que ninguna ámbito pierda su autonomía y dinamismo. También evitan caer en el error garrafal en el que cayeron Hardt y Negri cuando concluyeron que el imperialismo habia sido substituido por un imperio descentralizado, fragmentado, donde la nación/estado habia desaparecido como categoría de análisis. Esta hipótesis fue totalmente devastada por lo eventos del 11 de septiembre, la presidencia imperial, la guerra en Irak y la actividad de movimientos sociales desde Peru hasta Honduras. Hardt y Negri además se burlan, del nacionalismo y los movimientos de liberación nacional como retrógrados, y ven el mundo como uno donde las clases proletarias se han convertido en multitudes (o en masa a lo Ortega y Gasset o Areguerete@ a lo Muñoz). Los post-modernistas parecen haber caído en la alegórica caverna de Platón y se encuentran cegados por las imágenes fantasmagóricas perdiendo de vista los procesos reales que se desarrollan en el mundo.
Por otro lado, las contribuciones en el área de la historia económica recuperan ciertos aspectos positivos del análisis económico marxista. Ha sido un lugar común en muchos análisis históricos y económicos contemporáneos el rechazar el análisis marxista in toto. El producto de este análisis totalizador resulta en un proceso en el cual al querer cortar la maleza también se desruyen las plantas productivas. El concepto leninista de la fase imperialista como una fase cualitativamente diferente del capitalismo se recupera en algunos de sus aspectos pero lamentablemente no se utiliza para describir la “anomalia” de la colonia en Puerto Rico.
Uno de los aspectos mejor logrados por Ayala y Bernabé es su evaluación e interpretación de las bases ideológicas del Aposibilismo@ de Luis Muñoz Marín. Los autores nos proveen una explicación razonable del abandono de la independencia por parte de Muñoz Marín que problematiza la idea de que este traicionó el ideal. La realidad es que ya temprano en los años cuarenta Muñoz Marín había dejado de creer en la independencia como un proyecto posible. Contrario a Don Pedro Albizu Campos, Muñoz Marín no entendió que los Estados Unidos eran una nación que no respondían a actitudes serviles de sus sujetos. Igual que los estadistas, los autonomistas asumieron una posición de servilismo frente al imperio que meramente re-afirmaba el paternalismo de los norteamericanos. Esta idea del Aimperialismo bobo@ que permea el pensamiento muñocista se ve claramente en la forma en que este presentaba un discurso en el congreso y luego otro tipo de discurso en la isla. Esta falta de comprensión de la naturaleza del imperio norteamericano ha contribuido a perpetuar la situación colonial de Puerto Rico.
Como dice Laura Briggs en su libro Reproduciendo el imperio la historia siempre es teórica. Cuando enlazamos un evento historico con otro creamos una narrativa que está imbuida de significado. Es por esta razón que sorprende el uso en este libro de la idea de un “imperialismo informal.” El uso de este concepto para explicar la ambigüedad del imperialismo norteamericano realmente existente en cierta medida está en conflicto con la estructura teórica del libro. Por ejemplo, este concepto se utiliza cuando se analiza la anomalía que representa el que una republica democrática gobierne sobre una posesión colonial. Estos concluyen, luego de listar una serie de intervenciones imperialistas norteamericanas en el Caribe que AComo se puede ver de esta lista, el imperialismo de los Estados Unidos, a diferencia de sus predecesores Europeos, no comenzó con intenciones de construir un imperio colonial formal.@ (P. 30) En cierta medida, y aunque mencionan que Puerto Rico es una anomalía dejan al lector con la impresión de que los Estados Unidos andaba a ciegas y al tropezar se vio enredado en la madeja imperial. El cuidado con el que Elihu Root estudió los volúmenes de estudios conducidos por los antropólogos y políticos Británicos en el proceso de construir una administración colonial indica que las elites norteamericanas no tropezaron sino que sabían muy bien lo que hacían. Al igual que se hizo con los grupos indígenas, las estructuras burocráticas de los grupos religiosos protestantes en los Estados Unidos ya se habian dividido entre sí las futuras posesiones coloniales en áreas de influencia.
Elihu Root, como Trías Monge y otros revelan, fue quien fundamentalmente orientó la construcción de la administración colonial en Puerto Rico, sabía muy bien que los Estados Unidos no era la democracia que sustentaba los principios democráticos contenidos en la Ordenanza del Noroeste de 1787. Esta ordenanza establecía que todos los territorios adquiridos por los Estados Unidos serían colocados en un proceso hacia su eventual admisión como estados. Root escogió el modelo Británico, implícitamente reconociendo que los Estados Unidos entraba a una nueva etapa imperial, el edificio que el construyo en las Filipinas y Puerto Rico meramente lo formalizó y lo concretizo. Como vemos en el trabajo de Cabranes y Jorge Duany en cierta medida, los Estados Unidos había puesto una verja alrededor de las áreas donde los ciudadanos tendrían una ciudadanía de primera clase. Así, los Estados Unidos se aprestaban, en caso de que conquistaran otros territorios, a no tener que admitirlos en su unión. Es por esto que el sociólogo William Graham Sumner de Yale escribió el clásico articulo titulado ALa conquista de los Estados Unidos por España.@ Obviamente, el carácter racializado de los Estados Unidos no le permitía a los Estados Unidos incorporar a una nación como Puerto Rico (o las Filipinas) con una cultura y población que los Estados Unidos no podían Adigerir.@ Los debates en el congreso sobre la disposición de las Aposesiones@ claramente indican que los imperialistas tenían aspiraciones territoriales, pero también encontraron oposición de los que veían como una contradicción el que una nación democrática poseyera colonias. Esto no es un proceso de imperialismo informal, sino otra forma de imperialismo del siglo veinte.
Finalmente, su certera crítica de la corriente post-modernista puertorriqueña resalta importantes debilidades del mismo. Arturo Torrecilla y Carlos Gil, uno de los fundadores de Postdata, escriben en sus textos que los sujetos de la modernidad (proletarios) sustituyeron viejos mitos por nuevos mitos. El mito nacionalista fue substituido por el mito marxista de la heroica clase trabajadora. La nueva visión de mundo Apost@ encuentra a un nuevo chivo expiatorio para explicar las derrotas sufridas por algunos movimientos sociales en Puerto Rico. La huelga de los telefónicos se perdió por culpa de la izquierda, según los editores de Bordes, otro proyecto post-modernista. Para Juan Duchesne Winter la lucha de Vieques fue redundante, ya que la marina se fué en el periodo establecido por la orden ejecutiva de Clinton. Duchesne Winter reduce la lucha de los Viequenses a un espectáculo utilizado por los populares para aunar los sentimientos nacionalistas en su proyecto electoral. Este distorsionado análisis de la realidad puertorriqueña es producto de una visión fragmentada de los procesos sociales. No conectar las dinámicas económicas y geopolíticas del imperio norteamericano con el acontecer social en Puerto Rico transforma el imperialismo en un "imperialismo bobo." Si un presidente firmó una orden ejecutiva entonces, )como pueden los boricuas asegurarse de que la palabra no se convierta en letra muerta? Este análisis ignora los que ocurría tras bastidores en los círculos de poder norteamericanos para impedir el cierre de las bases navales en Puerto Rico. Los Estados Unidos han firmado mas de 300 tratados con las naciones indígenas de Estados Unidos, y firmaron el Tratado de Guadalupe-Hidalgo en 1848 con México y han violado todos y cada uno de estos tratados. Lo que Duchesne Winter y los otros post-modernistas proponían como estrategia era abstenerse de participar en dichos procesos de apoyo.
Finalmente, Ayala y Bernabé sugieren una revisión a la estrategia de los Aestadistas radicales@ y en particular a la propuesta de Grosfoguel de una lucha concertada con los movimientos sociales norteamericanos para defender los derechos democráticos de los boricuas en camino a la estadidad. Los autores de esta historia mantienen un tono de respeto intelectual a las ideas que critican en su texto. Señalan que hay aspectos admirables y progresistas en la propuesta de Grosfoguel de Aresistir la privatización neoliberal y los cortes en las transferencias federales . . . Cualquier descolonización de Puerto Rico debe demandar una ‘indemnización histórica’ de los Estados Unidos para reconstruir la economía de Puerto Rico . . . A Estos tambien sugieren alianzas con los movimientos sociales en los Estados Unidos. ¿Pero que hay de nuevo en esta propuesta? Duchesne Winter y Ramon Grofogel parecen sugerir que podemos enfrentar al imperialismo con una estrategia de “seduccion.” Cuando descartamos la economía política del imperialismo y el carácter racializado de la dominacion imperialista de nuestro marco teórico terminamos siendo seducidos por el “imperialismo bobo.” Esto aparentemente le sucedió a Juan Duchesne Winter que culminó en su apoyo de la invasión de Afganistán.
Este libro tiene el potencial de facilitar herramientas históricas y teóricas para entender la realidad colonial e imperial de la dominacion de Puerto Rico por los Estados Uniodos. Esta dominacion aun le resulta opaca a la gran mayoria de los sectores progresistas o liberales en los Estados Unidos. La ideologia del daltonismo racial en la sociedad norteamericana afecta la óptica de los movimientos sociales estadounidenses. La creciente conciencia sobre el carácter imperial de los Estados Unidos no incluye una creciente conciencia sobre el caso colonial de Puerto Rico. Puerto Rico es aun invisible (por razones muy complejas) para los liberales y la izquierda norteamericana. El creciente movimiento anti-inmigrante enfrenta una creciente xenofobia y racismo representado en las numerosas leyes locales que estigmatizan a los inmigrantes. La elección de Obama a la presidencia no ha conducido a una etapa post-racial en los Estados Unidos, el proceso de confirmación de la jueza puertorriqueña Sonia Sotomayor a la corte suprema lo evidencia. Las recientes decisiónes de la corte suprema re’interpretandoBrown v. Board (1954) y el “Voting Rights Act” auguran un nuevo periodo de lucha. Pero concertar alianzas con los movimientos sociales que están emergiendo para pedir la estadidad seria contradictorio. Los profesores Ayala y Bernabe nos demuestran que a veces el camino hacia el futuro implica recordar donde estuvimos. Este trabajo será un clásico en la historiográfica puertorriqueña. Esperamos que su edición en español (UPR) salga pronto.
Victor M. Rodríguez Domínguez
(Catedratico, Departamento de Estudios Chicanos y Latinos, California State University, Long Beach, vrodrig5@csulb.edu)
Cesar Ayala and Rafael Bernabe. 2007. Puerto Rico in the American century: A History Since 1898. Chapel Hill: University of North Carolina Press.
Las nueva generaciones intentan definirse en relación a las generaciones anteriores. En ocasiones, el proceso incluye rechazar o re-escribir las memorias heredadas y compartidas. También en el mundo académico puertorriqueño las nuevas generaciones de intelectuales re-interpretan el legado histórico y los marcos de referencia que le dieron sentido a las generaciones que le precedieron. A menudo, al querer distanciarse de las metodologías, interpretaciones y marcos teóricos que consideran obsoletos, desechan, no solo la paja sino también el grano. Al afirmar que aramos en terreno virgen, perdemos de vista que lo que construimos está imbuído de sabiduría heredada.
Luego de más de una década de pesimismo y de una febril estampida donde todas las vacas sagradas de nuestra cultura, historia y política han sido desmenuzadas y atacadas, es refrescante contemplar un ejemplo de trabajo intelectual edificante que re-evalúa el pasado y el presente sin botar fuera de borda los legados teóricos e interpretativos que dieron base a una mejor comprensión de lo que es Puerto Rico hoy día. Ayala y Bernabé han logrado lo imposible: conectar las variadas hebras del tapiz de la formación social puertorriqueña a la vez que nos proveen un marco de referencia teórico que le da sentido a las partes. Si la tendencia en los últimos años entre los intelectuales puertorriqueños era la visión fragmentada, pesimista e iconoclasta de nuestro acontecer histórico, cultural económico y político, Ayala y Bernabé nos proveen un atisbo a otro modo de imaginarnos.
Los autores nos proveen una perspectiva que conecta la vida cotidiana con los cambios sistémicos del capitalismo. Evitan caer en un determinismo económico al proveer un espacio para el desfase o ruptura que se da entre la cultura y los cambios económicos. Nos proveen una taxonomía de periodos históricos que revela aspectos nuevos de nuestra vida social, cultural, económica y política desde las calles de San Juan hasta los barrios boricuas en los Estados Unidos. En un lenguaje claro, no obtuso, contrario a muchos textos post-modernistas, los autores ofrecen un análisis e interpretación que aún el mismo Jacques Derrida pensaría es una respuesta ponderada a su reciente libro el AEspectro de Marx.@ En este libro Derrida invoca el espíritu radical de Marx en un momento en que el capitalismo salvaje se vanagloria de sus éxitos.
El analisis del rol del imperialismo en Puerto Rico evita una visión monolítica del mismo. Tampoco, asumen la perspectiva del Aimperialismo bobo@ que comparten de forma variada y contradictoria los seguidores de Luis Muñoz Marín e irónicamente algunos escritores desde la perspectiva post-modernista. Es claro que no todo lo que está mal en la formación social y la experiencia puertorriqueña es producto del colonialismo. Pero tampoco ignoran el rol del capitalismo en su etapa mas depredadora ni como el contexto tiende a facilitar y/o limitar las alternativas a la que han tenido y tienen acceso los puertorriqueños en su vida política, cultural, económica y social.
La intelectual filipina Delia D. Aguilar recientemente advertia sobre la forma irreflexiva en que algunos intelectuales post-modernistas aclamaron el libro de Michael Hardt y Antonio Negri, Imperio que le sirve de contrapeso al esfuerzo que realizan Ayala y Bernabé. Contrario a Hardt y Negri estos entrelazan el análisis económico y su examen de las otras esferas de la vida humana sin que ninguna ámbito pierda su autonomía y dinamismo. También evitan caer en el error garrafal en el que cayeron Hardt y Negri cuando concluyeron que el imperialismo habia sido substituido por un imperio descentralizado, fragmentado, donde la nación/estado habia desaparecido como categoría de análisis. Esta hipótesis fue totalmente devastada por lo eventos del 11 de septiembre, la presidencia imperial, la guerra en Irak y la actividad de movimientos sociales desde Peru hasta Honduras. Hardt y Negri además se burlan, del nacionalismo y los movimientos de liberación nacional como retrógrados, y ven el mundo como uno donde las clases proletarias se han convertido en multitudes (o en masa a lo Ortega y Gasset o Areguerete@ a lo Muñoz). Los post-modernistas parecen haber caído en la alegórica caverna de Platón y se encuentran cegados por las imágenes fantasmagóricas perdiendo de vista los procesos reales que se desarrollan en el mundo.
Por otro lado, las contribuciones en el área de la historia económica recuperan ciertos aspectos positivos del análisis económico marxista. Ha sido un lugar común en muchos análisis históricos y económicos contemporáneos el rechazar el análisis marxista in toto. El producto de este análisis totalizador resulta en un proceso en el cual al querer cortar la maleza también se desruyen las plantas productivas. El concepto leninista de la fase imperialista como una fase cualitativamente diferente del capitalismo se recupera en algunos de sus aspectos pero lamentablemente no se utiliza para describir la “anomalia” de la colonia en Puerto Rico.
Uno de los aspectos mejor logrados por Ayala y Bernabé es su evaluación e interpretación de las bases ideológicas del Aposibilismo@ de Luis Muñoz Marín. Los autores nos proveen una explicación razonable del abandono de la independencia por parte de Muñoz Marín que problematiza la idea de que este traicionó el ideal. La realidad es que ya temprano en los años cuarenta Muñoz Marín había dejado de creer en la independencia como un proyecto posible. Contrario a Don Pedro Albizu Campos, Muñoz Marín no entendió que los Estados Unidos eran una nación que no respondían a actitudes serviles de sus sujetos. Igual que los estadistas, los autonomistas asumieron una posición de servilismo frente al imperio que meramente re-afirmaba el paternalismo de los norteamericanos. Esta idea del Aimperialismo bobo@ que permea el pensamiento muñocista se ve claramente en la forma en que este presentaba un discurso en el congreso y luego otro tipo de discurso en la isla. Esta falta de comprensión de la naturaleza del imperio norteamericano ha contribuido a perpetuar la situación colonial de Puerto Rico.
Como dice Laura Briggs en su libro Reproduciendo el imperio la historia siempre es teórica. Cuando enlazamos un evento historico con otro creamos una narrativa que está imbuida de significado. Es por esta razón que sorprende el uso en este libro de la idea de un “imperialismo informal.” El uso de este concepto para explicar la ambigüedad del imperialismo norteamericano realmente existente en cierta medida está en conflicto con la estructura teórica del libro. Por ejemplo, este concepto se utiliza cuando se analiza la anomalía que representa el que una republica democrática gobierne sobre una posesión colonial. Estos concluyen, luego de listar una serie de intervenciones imperialistas norteamericanas en el Caribe que AComo se puede ver de esta lista, el imperialismo de los Estados Unidos, a diferencia de sus predecesores Europeos, no comenzó con intenciones de construir un imperio colonial formal.@ (P. 30) En cierta medida, y aunque mencionan que Puerto Rico es una anomalía dejan al lector con la impresión de que los Estados Unidos andaba a ciegas y al tropezar se vio enredado en la madeja imperial. El cuidado con el que Elihu Root estudió los volúmenes de estudios conducidos por los antropólogos y políticos Británicos en el proceso de construir una administración colonial indica que las elites norteamericanas no tropezaron sino que sabían muy bien lo que hacían. Al igual que se hizo con los grupos indígenas, las estructuras burocráticas de los grupos religiosos protestantes en los Estados Unidos ya se habian dividido entre sí las futuras posesiones coloniales en áreas de influencia.
Elihu Root, como Trías Monge y otros revelan, fue quien fundamentalmente orientó la construcción de la administración colonial en Puerto Rico, sabía muy bien que los Estados Unidos no era la democracia que sustentaba los principios democráticos contenidos en la Ordenanza del Noroeste de 1787. Esta ordenanza establecía que todos los territorios adquiridos por los Estados Unidos serían colocados en un proceso hacia su eventual admisión como estados. Root escogió el modelo Británico, implícitamente reconociendo que los Estados Unidos entraba a una nueva etapa imperial, el edificio que el construyo en las Filipinas y Puerto Rico meramente lo formalizó y lo concretizo. Como vemos en el trabajo de Cabranes y Jorge Duany en cierta medida, los Estados Unidos había puesto una verja alrededor de las áreas donde los ciudadanos tendrían una ciudadanía de primera clase. Así, los Estados Unidos se aprestaban, en caso de que conquistaran otros territorios, a no tener que admitirlos en su unión. Es por esto que el sociólogo William Graham Sumner de Yale escribió el clásico articulo titulado ALa conquista de los Estados Unidos por España.@ Obviamente, el carácter racializado de los Estados Unidos no le permitía a los Estados Unidos incorporar a una nación como Puerto Rico (o las Filipinas) con una cultura y población que los Estados Unidos no podían Adigerir.@ Los debates en el congreso sobre la disposición de las Aposesiones@ claramente indican que los imperialistas tenían aspiraciones territoriales, pero también encontraron oposición de los que veían como una contradicción el que una nación democrática poseyera colonias. Esto no es un proceso de imperialismo informal, sino otra forma de imperialismo del siglo veinte.
Finalmente, su certera crítica de la corriente post-modernista puertorriqueña resalta importantes debilidades del mismo. Arturo Torrecilla y Carlos Gil, uno de los fundadores de Postdata, escriben en sus textos que los sujetos de la modernidad (proletarios) sustituyeron viejos mitos por nuevos mitos. El mito nacionalista fue substituido por el mito marxista de la heroica clase trabajadora. La nueva visión de mundo Apost@ encuentra a un nuevo chivo expiatorio para explicar las derrotas sufridas por algunos movimientos sociales en Puerto Rico. La huelga de los telefónicos se perdió por culpa de la izquierda, según los editores de Bordes, otro proyecto post-modernista. Para Juan Duchesne Winter la lucha de Vieques fue redundante, ya que la marina se fué en el periodo establecido por la orden ejecutiva de Clinton. Duchesne Winter reduce la lucha de los Viequenses a un espectáculo utilizado por los populares para aunar los sentimientos nacionalistas en su proyecto electoral. Este distorsionado análisis de la realidad puertorriqueña es producto de una visión fragmentada de los procesos sociales. No conectar las dinámicas económicas y geopolíticas del imperio norteamericano con el acontecer social en Puerto Rico transforma el imperialismo en un "imperialismo bobo." Si un presidente firmó una orden ejecutiva entonces, )como pueden los boricuas asegurarse de que la palabra no se convierta en letra muerta? Este análisis ignora los que ocurría tras bastidores en los círculos de poder norteamericanos para impedir el cierre de las bases navales en Puerto Rico. Los Estados Unidos han firmado mas de 300 tratados con las naciones indígenas de Estados Unidos, y firmaron el Tratado de Guadalupe-Hidalgo en 1848 con México y han violado todos y cada uno de estos tratados. Lo que Duchesne Winter y los otros post-modernistas proponían como estrategia era abstenerse de participar en dichos procesos de apoyo.
Finalmente, Ayala y Bernabé sugieren una revisión a la estrategia de los Aestadistas radicales@ y en particular a la propuesta de Grosfoguel de una lucha concertada con los movimientos sociales norteamericanos para defender los derechos democráticos de los boricuas en camino a la estadidad. Los autores de esta historia mantienen un tono de respeto intelectual a las ideas que critican en su texto. Señalan que hay aspectos admirables y progresistas en la propuesta de Grosfoguel de Aresistir la privatización neoliberal y los cortes en las transferencias federales . . . Cualquier descolonización de Puerto Rico debe demandar una ‘indemnización histórica’ de los Estados Unidos para reconstruir la economía de Puerto Rico . . . A Estos tambien sugieren alianzas con los movimientos sociales en los Estados Unidos. ¿Pero que hay de nuevo en esta propuesta? Duchesne Winter y Ramon Grofogel parecen sugerir que podemos enfrentar al imperialismo con una estrategia de “seduccion.” Cuando descartamos la economía política del imperialismo y el carácter racializado de la dominacion imperialista de nuestro marco teórico terminamos siendo seducidos por el “imperialismo bobo.” Esto aparentemente le sucedió a Juan Duchesne Winter que culminó en su apoyo de la invasión de Afganistán.
Este libro tiene el potencial de facilitar herramientas históricas y teóricas para entender la realidad colonial e imperial de la dominacion de Puerto Rico por los Estados Uniodos. Esta dominacion aun le resulta opaca a la gran mayoria de los sectores progresistas o liberales en los Estados Unidos. La ideologia del daltonismo racial en la sociedad norteamericana afecta la óptica de los movimientos sociales estadounidenses. La creciente conciencia sobre el carácter imperial de los Estados Unidos no incluye una creciente conciencia sobre el caso colonial de Puerto Rico. Puerto Rico es aun invisible (por razones muy complejas) para los liberales y la izquierda norteamericana. El creciente movimiento anti-inmigrante enfrenta una creciente xenofobia y racismo representado en las numerosas leyes locales que estigmatizan a los inmigrantes. La elección de Obama a la presidencia no ha conducido a una etapa post-racial en los Estados Unidos, el proceso de confirmación de la jueza puertorriqueña Sonia Sotomayor a la corte suprema lo evidencia. Las recientes decisiónes de la corte suprema re’interpretandoBrown v. Board (1954) y el “Voting Rights Act” auguran un nuevo periodo de lucha. Pero concertar alianzas con los movimientos sociales que están emergiendo para pedir la estadidad seria contradictorio. Los profesores Ayala y Bernabe nos demuestran que a veces el camino hacia el futuro implica recordar donde estuvimos. Este trabajo será un clásico en la historiográfica puertorriqueña. Esperamos que su edición en español (UPR) salga pronto.
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